Cuestión pedagógica en escuelas de bogotá

LA CUESTIÓN PEDAGÓGICA EN ESCUELAS DE BOGOTÁ

Este ensayo surge de varias preguntas motivadas por las lecturas realizadas durante el desarrollo del Seminario Pedagogías Latinoamericanas y el encuentro a partir de conversaciones con maestros en dos espacios laborales: por un lado, el levantamiento de información cualitativa con diversos actores de la comunidad educativa en el marco de laevaluación de los colegios públicos de la ciudad, realizada entre la Secretaría de Educación y el IDEP, y por otro, el trabajo que vengo desarrollando desde hace tres años en colegios públicos de Bogotá, como asesor en la construcción e implementación de Proyectos Ambientales Escolares, que me ha brindado la posibilidad de intercambiar opiniones y acercarme a la realidad del funcionamiento de lasescuelas en distintas localidades de esta ciudad que se torna inabarcable para una comprensión homogénea de su situación actual y que se caracteriza cada vez más como expresión de la multiplicidad social y cultural.

Repaso por la Experiencia

Mi posición frente a la escuela está todavía permeada por mis vivencias como estudiante de escuela, colegio y universidad pública. Desde aquellos días y hastaahora, la pregunta no ha variado mucho en su esencia, aunque si en su forma de entenderla: ¿Cuál es la función de la escuela en la sociedad?, y más allá de ésta ¿para qué la escuela? ¿Que pasaría si ésta se acabara? En mis épocas de estudiante la respuesta era casi natural y sencilla: lo que se aprende en la escuela (y en cierto modo en la universidad) más que lo estrictamente “académico”, es laforma como aprendemos a socializarnos y a buscar estrategias para desenvolvernos en el medio que nos tocó vivir. Hacía una crítica sin muchos fundamentos a mis profesores al decirles ¿y eso como para que me sirve? Entonces, al entrar a estudiar la licenciatura y después ejercer en el campo laboral de la educación, la pregunta, modificada un tanto, paso a ser ¿cómo hago para que lo que me tocaenseñar sea significativo para mis estudiantes?, es decir, ¿como extrapolar eso que se trabaja en el aula, a la cotidianidad de unos muchachos que se ven sobrecargados de información viabilizada por medios masivos que brindan información permanentemente? Lo claro era que tenía muchas más preguntas que asomo de respuestas, sin embargo, algo en lo que estaba equivocado y que sólo después de algunos añoslogré entender, era que la pregunta no era por el cómo, como la mayor parte de mis compañeros docentes decían y se preocupaban sino, nuevamente, por el para qué.

Y es que esta diferencia en el orden, aunque parezca sutil, puede entrar a provocar el pensarse una escuela totalmente nueva, porque en la práctica el maestro, en su afán por lograr llevar de la mejor manera los contenidos a losestudiantes, los han naturalizado como si siempre hubieran sido los mismos y la tradición cercenara cualquier asomo de imaginación que pudiera poner en peligro lo que yo ya sé y debo hacer que otros sepan. El cómo entonces no sólo era una preocupación por la forma, sino que se tornaba altamente peligroso, porque posibilitaba que, como me pasó, terminara por echarle la culpa al conductismo y terminara porabrazar las banderas constructivistas que, seguro de que me sacarían del desencanto en que me encontraba, me hacían sentir más tranquilo al pensar que ya no estaba en ese grupo maldito al que con algo de desprecio solíamos llamar (mis compañeros y yo cuasi – constructivistas) “los tradicionales”.

En esta época de furor de mi constructivismo, logré articular lo que para ese momento creí era lasalida para la escuela y sus diversas manifestaciones en el aula y los proyectos pedagógicos. Primero que todo, me arme de la epistemología genética para situar como se construye el conocimiento y sus implicaciones en los procesos de enseñanza – aprendizaje. Con Piaget y Glaserfeld bajo el brazo, sumado a las corrientes complejas de pensamiento que introducían conceptos que indudablemente...