cultura general
hablando, el tema no le compete: pero es apetitoso para alimentar prensa (ya lo habrán vistoustedes).
Y si no se los hubiera apropiado de antemano con brazo de hierro la demagoga senadora Gilma Jiménez, ya tendríamos a Petro sacándoles también jugo de la yugular a nuestras niñas y nuestrosniños. Y a ver qué hace con nuestros pobres e indefensos caballitos, víctimas inocentes de los malvados zorreros que solo viven para torturarlos.
Pero hablemos en serio.
Cien veces han queridoprohibir las fiestas de toros. Desde que existen. Lo han pretendido todos los poderes: los papas de Roma, los reyes de España, los presidentes de diversas repúblicas, los alcaldes, los jueces, losparlamentos, la prensa bien pensante. Con argumentos variados: el peligro para la vida humana; el rechazo a la imposición de una costumbre foránea; el dolor causado a los animales.
Todos ellos sonpretextos espurios. La vida humana está en riesgo siempre: habría que prohibir todos los oficios, desde el de torero hasta el de papa (y también el de alcalde). Todo en la historia ha sido en su origenimposición extranjera: las religiones, las fiestas, las prohibiciones. Todos los animales que tienen contacto con los hombres (que son todos los animales) padecen dolor por culpa de ellos. Y todosmueren. Pero de todos ellos los que mejor vida llevan son los toros de lidia. Cuatro años de holganza y protegida libertad en el campo, y media hora final de lucha a muerte. Y la muerte inevitable, perodigna: en la pelea. No en la ejecución infame y sin defensa a la que son sometidos los cerdos o los pollos, los atunes o las ratas, o los gusanos de seda.
Hasta aquí, las razones para enfrentar...
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