En mi humilde opinión el proceso educativo tiene como referencia primera el concepto de sociedad y el concepto de ser humano, conceptos que se confunden, sobre todo en la civilización occidental.Es verdad también que la imposición de tales valores a-críticos no puede ser impuesta especialmente a los intelectuales, o al menos a algunos de ellos, una aceptación ciega de esos valores yconcepciones. Así, existen voces que se oponen a la concepción dominante sobre el progreso sin fin de la sociedad tecnológica industrial. Estas voces racionales, con argumentos serios, sostienen lanecesidad de poner en cuestión lo que nos conduce a la catástrofe humana, pero se chocan con intereses esencialmente económicos que hasta ahora no han podido ser desestabilizados. En ese sentido, pensamosque la Universidad, lugar de reflexión y de humanidad, puede contribuir a la tarea de enseñar y criticar los bienes culturales de la civilización occidental, lo que no significa negar todo, pero sísuperar de elementos negativos que conducen al desastre.
Nuestra posición humanista nos ha impulsado a buscar formas prácticas y teóricas que nos permitan transformar “estos deber ser” en prácticasconcretas. Así, esta preocupación por “cómo hacer ser” ha sido una constante en nuestro trabajo educativo. Trabajando en y con Universidades, Ministerios de Educación, Organizaciones NoGubernamentales, comunidades, sindicatos, teniendo siempre como mira los sectores sociales menos favorecidos, en diferente países y continentes, hemos intentado proponer principios y prácticas pedagógicasque puedan orientar y actuar en la construcción de un ser humano con las características anunciadas más arriba. Estos principios y prácticas pedagógicos hemos intentado sistematizarlos, proponiendoel nombre de “Pedagogía del Texto”.
El principio de la autonomía y de la crítica se desarrollan unidos, pero en contradicción, formando parte de un todo que Vigotsky (1995) denomina “capacidades...
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