Curso del 7 de enero de 1976 - foucault
DE 1976*
Lo que querría deciros es que voy a intentar finalizar, poner término,
en cierta medida, a una serie de trabajos que habíamos comenzado hace
cuatro o cinco años, prácticamente desde que estoy aquí, y sobre los
cuales se han acumulado tanto para vosotros como para mí algunos
inconvenientes. Se trataba de investigaciones que eran muy próximas las
unas a lasotras sin llegar a formar un conjunto coherente ni una
continuidad. Investigaciones fragmentarias, las cuales a fin de cuentas no
han sido realizadas, y que ni siquiera hemos continuado. Investigaciones
dispersas y repetitivas al mismo tiempo que retomo en los mismos
esbozos, en los mismos términos, en los mismos conceptos...
Lo que habíamos hemos, os recuerdo, eran ligeros indicios de lahistoria del procedimiento penal, algún capítulo sobre el desarrollo y la
institucionalización de la psiquiatría en el siglo XIX, consideraciones
sobre la sofística, sobre el dinero en Grecia o sobre la Inquisición en la
Edad Media; el esbozo de una historia de la sexualidad, o en todo caso
una historia del
saber sobre la sexualidad a través de la práctica de la confesión en el siglo
XVII o de lasformas de control de la sexualidad infantil en los siglos
XVIII-XIX; una génesis, o mejor, la individualización de la génesis de
una teoría y de un saber sobre la anomalía con todas las técnicas que de
aquí nos han sido legadas. Todo ello se arrastra, no avanza, se repite, y no
está conexionado, en el fondo no cesa de decir la misma cosa, tal vez no
dice nada. En dos palabras, no concluye.Podría deciros que, después de todo, se trataba de pistas a seguir,
importaba poco a donde condujesen, incluso era importante que no
condujesen a ninguna parte, que no tuviesen de antemano una dirección
determinada. Eran líneas trazadas someramente, a vosotros corresponde
continuarlas o conducirlas a otro punto. A mí proseguirlas eventualmente
o darles otra configuración. De hecho, vamos aver qué se puede hacer
con estos fragmentos. Desde mi punto de vista los imagino como un pez
que salta sobre la superficie del agua y deja un trazo provisional de
espuma, y deja creer, o hace creer, o quiere creer, o cree efectivamente
que está debajo, donde no se lo ve, donde ya no es percibido ni
controlado por nadie siguiendo una trayectoria más profunda, más
coherente, más razonada.
Enefecto, una vez realizado el trabajo que he presentado, había
considerado que este proceso fragmentario en su conjunto, repetitivo y
discontinuo, correspondía a algo que podría llamarse una pereza febril
que es propia caracterialmente de los amantes de las bibliotecas, de los
documentos, de las referencias, de la escritura polvorienta, de los textos
difícilmente localizables, de los libros queapenas impresos se cierran y
duermen a continuación en las estanterías de las bibliotecas, algunos de
los cuales no se consultan hasta siglos más tarde; todo esto contribuye sin
duda a la inercia atareada de aquellos que profesamos un saber inútil, una
especie de saber suntuoso, una riqueza de «nuevo rico» cuyos signos
externos están a pie de página. Pereza febril que es propia de todosaquellos que se sienten solidarios con una de las más antiguas y de las
más características sociedades secretas de occidente, sociedad secreta
extrañamente indestructible, desconocida en la antigüedad, me parece, y
formada al comienzo del cristianismo, en la época de los primeros
conventos probablemente, al margen de las invasiones, de los incendios y
de los bosques: me refiero a la gran, tiernay ardorosa masonería de la
erudición inútil.
Sin embargo, no es simplemente el gusto por esta masonería
el que me ha estimulado a hacer lo que he hecho. Creo que el trabajo que
hicimos podría justificarse diciendo que es adecuado al período concreto
que habíamos estudiado, a estos diez, quince, al máximo veinte últimos
años, período en el que se producen dos fenómenos que si bien no son...
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