Cántame al oído 1
Nerea
Nieto
Gómez
Título:
Cántame
al
oído
Autora:
Nerea
Nieto
Gómez
Diseño
de
la
portada:
Melisa
Ramonda
Fotografía:
Bigstockphoto.com
1ª
edición
septiembre
2014
Queda
totalmente
prohibida
la
reproducción
parcial
o
completa
de
esta
obra,
ya
que
está
protegida
por derechos
de
autor.
Encuentra
a
Nerea
Nieto
en
(@diarioescritora)
o
(http://www.facebook.com/nereanietobooks
)
para
saber
más
de
sus
novelas.
http://www.nereanieto.com
Dedicado
a
Consuelo,
Juan
Carlos
y
Cristina
por
ayudarme
a
darle
voz a
esas
historias
anónimas.
CAPÍTULO
UNO
Hay
momentos
en
la
vida
que
lo
cambian
todo.
Cuando
menos
te
lo
esperas
tu
mundo
se
vuelve
patas
arriba
por
algo
que
parecía
insignificante.
En
mi
caso
fue
una
llamada,
tan
trivial
que
ni siquiera
me
fijé
en
el
número.
No
me
di
cuenta
de
que
era
mi
padre
quien
quería
hablar
conmigo
y
eso
no
podía
significar
nada
bueno.
Él
nunca
me
llamaba,
estaba
siempre
demasiado
ocupado.
Sólo
hacía
una
excepción
cuando
tenía
que
dar
una
mala
noticia.
Así
que
mi
respiración
se
congeló
cuando
le
escuché
al
otro
lado
de
la
línea:
—Papá
—no
pude
ocultar
mi
sorpresa—.
¿Qué
ha
pasado?
Fuera
formalismos.
Había
que
ir
directos
al
grano.
—¿Estás
en
Madrid?
—fue
todo
lo
que
me
dijo.
—Sí,
claro.
Te dije
que
estaba
yendo
a
la
academia
para…
Me
interrumpió
al
momento,
sin
prestar
mucha
atención
a
lo
que
había
querido
decirle:
—¿Podrás
ir
al
pueblo
este
fin
de
semana?
—me
preguntó.
No
entendía
nada.
Hacía
años
que
no
pisaba
el
campo
ni
tenía
intención de
hacerlo.
¿A
qué
venía
esa
pregunta?
—Sabes
que
no
me
gusta
ir
—le
dije—.
¿Por
qué?
—La
abuela
tiene
que
ir
al
hospital,
tiene
que
hacerse
unas
pruebas
—me
contestó—.
Mamá
y
yo
no
queremos
que
vaya
sola.
Maldije
mi
suerte
mentalmente.
Ese fin
de
semana
mi
novio
daba
una
fiesta
en
su
casa.
Durante
semanas
no
había
pensado
en
otra
cosa
más
que
en
qué
modelito
llevaría.
¡No
podía
perdérmela!
Al
tardar
en
contestar,
mi
padre
volvió
a
tomar
la
palabra:
—Covi,
sabes
que
ella
lo haría
por
ti
—me
recordó,
muy
a
mi
pesar.
No
era
justo.
Estaba
acostumbrada
a
ganar
siempre,
a
ir
a
mi
aire
sin
ataduras
de
ningún
tipo.
Perderme
la
fiesta
del
año
para
atender
a
mi
abuela
no
estaba
dentro
de
mis
prioridades, precisamente.
Pero
esas
palabras
tocaron
una
fibra
sensible
de
mi
corazón.
Era
ella,
Carmen,
la
mujer
a
la
que
más
admiraba
en
el
mundo.
La
quería
con
locura,
aunque
en
los
últimos
años
no
la
hubiese
visto
tantas
veces
como
hubiese
querido.
Borja
lo...
Regístrate para leer el documento completo.