Cómo entrenar a tu dragón

Crónica de una muerte anunciada.
Era diecinueve de abril de dos mil once. Hacía un calor infernal en el pequeño pueblo de Zapotiltic, Jalisco donde llevábamos ya varios días en la casa de infanciade mi madre. Desafortunadamente, viajábamos por motivos sombríos: mi abuelita se estaba acabando. Fue el doce de abril cuando todo comenzó. Ella cayó en la inconsciencia y ya no pudo despertarsecompletamente. Los doctores dijeron que se estaba acercando su muerte. Se hicieron muchas llamadas telefónicas en esos días. Todos los hermanos de mi mamá estuvieron en mi casa para visitar a su propiamadre por última vez. El trece de abril ya estaban todos aquí, llorando cada noche sin excepción, temiendo que su madre se les fuera, esperando el momento. Fueron horas de angustia y tristeza para todosen mi casa, sin hacerme a un lado. Fueron las noches más largas de la vida de muchos de los que estábamos ahí. El catorce de abril, Fidela, como se llamaba, parecía mejorar. El mismo doctor que laatendió vino a revisarla y nos informó que era el momento adecuado para llevarla de nuevo a su hogar, a morir. El quince de abril, casi al alba, se la llevaron en ambulancia. Nosotros, los primos, nosfuimos de la casa hacia las doce del día. Llegamos a las seis de la tarde hasta allá. La casa estaba en un estado lamentable. Es una casa muy parecida a la escuela en la que estamos ahora, con la mismaforma de herradura. En el centro del patio, hay un enorme árbol de mango, por lo que el polvo y los animales estaban por doquier. Llevaba seis meses sin nadie habitándola, sin embargo, tenía más deseis años sin que ninguno de sus habitantes originales viviera ahí. Todos nos pusimos a trabajar en limpiarla hasta la noche, cuando nos llevaron a una casa ajena a descansar. Regresamos al díasiguiente a cuidar a mi abuelita desde temprano. Nuestra tarea consistía en bañarla, cambiarla, peinarla, y en mi caso, tranquilizarla cantándole una canción, su canción favorita, Prenda querida de los...