Dali
planta, su alucinación arborescente y mortal: fin y forma de la
inquisitorial e implacable opresión del reino mineral.
¡Así también la rosa! ¡Toda flor vive en una prisión! Desde el punto
de vista estético, la libertad es carencia de forma.
Me permitirán empezar con una breve descripción general: el
paraíso intrauterinotenía el color del infierno, es decir, rojo,
anaranjado, amarillo y azulado, el color de las llamas, del fuego;
sobre todo era blando, inmóvil, caliente, simétrico, doble, pegajoso.
Ya en aquel tiempo todo placer, todo encanto estaba, para mí, en
mis ojos, y la visión más esplendida, más impresionante, era la de
un par de huevos fritos en una sartén, sin la sartén; a ello se debe
probablementela turbación y la emoción que experimenté desde
entonces, durante todo el resto de mi vida, en presencia de esta
imagen siempre alucinante. Los huevos, fritos en la sartén, sin la
sartén, que veía antes de nacer eran grandiosos, fosforescentes y
muy detallados en todos los pliegues de sus claras levemente
azuladas. Estos dos huevos se acercaban (a mí), retrocedían, se
movían hacia laizquierda, la derecha, arriba, abajo; alcanzaban la
irisación y la intensidad de fuegos de madreperla, sólo para
menguar gradualmente y desaparecer por fin.
Entonces, y sin tener que cerrar los ojos, veía emerger de la intensa
oscuridad círculos fosforescentes donde estaban formados los
famosos huevos fritos.
Estos huevos de fuego se hundían finalmente en una pasta blanca
muy blanca y amorfa;parecía ser estirada en todas direcciones, y
su extrema ductilidad, adaptable a todas las formas, parecía crecer
con mi creciente deseo de verla chafada, plegada, replegada,
arrollada y prensada en las direcciones más opuestas. Esto me
parecía el colmo del deleite, y me habría gustado que todo ¡fuese
siempre como esto!
El objeto mecánico debía convertirse en mi peor enemigo, y en
cuanto a losrelojes ¡Tendrían que ser blandos o no ser!
El gran techo abovedado que cobijaba las cuatro sólidas paredes de
la clase era descolorido por grandes manchas pardas de humedad,
cuyos irregulares contornos constituyeron por algún tiempo mi único
consuelo. En el curso de mis interminables y agotadores sueños,
mis ojos seguían sin descanso las vagas irregularidades de esas
mohosas siluetas, yveía surgir de este caos, informe como las
nubes, imágenes cada vez más concretas, que poco a poco eran
dotadas de una personalidad más y más preciosa, detallada y
realista.
Día a día, con algún esfuerzo, lograba recuperar cada una de las
imágenes que viera el día anterior y luego continuaba
perfeccionando mi alucinatoria tarea; cuando, a fuerza de hábito,
una de las imágenes descubiertasse hacía demasiado familiar,
perdía gradualmente su interés emotivo e instantáneamente se
metamorfoseaba en “otra cosa”, de modo que el mismo pretexto
formal se prestaba con la misma facilidad a ser interpretado
sucesivamente en las más diversas y contradictorias figuraciones, y
ello continuaba hasta lo infinito.
Lo asombroso de este fenómeno (que había de ser la clave de mi
estéticafutura) era que una vez vista una de estas imágenes podía
siempre volverla a ver sólo con quererlo, y no solo en su forma
original, sino casi siempre corregida y aumentada de tal modo, que
su mejoramiento era instantáneo y automático.
Volví de pronto a la realidad sorprendido por una visión horrible:
ante mí no había ya una nodriza, y en su lugar uno de los caballos
del desfile, que habíaresbalado, cayó al suelo. Apenas tuve tiempo
de apartarme y arrimarme a una pared para evitar que me
pisoteara. A cada nueva convulsión del caballo, temía ser aplastado
por uno de sus furiosos cascos. Una de las varas metálicas del
carro a que el animal estaba enganchado había penetrado en su
costado, y un grueso chorro de sangre se esparcía en todas
direcciones como un surtidor despeinado por...
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