damn
Ray Ernest le había encargado a el que llevase a cabo algunas
investigaciones, y también había llegado a la conclusión de que
allí se habla jugado sucio. Llevabavigilando la casa varios días,
y se había fijado en el doctor Watson como en uno de los
personajes evidentemente sosp
echosos que habían ido de
visita. No podía en modo alguno proceder a ladetención de
Watson, pero cuando vi
o a un individuo escabullirse fuera por la
ventana de la despensa, no pudo ya contenerse. Le expliqué
cómo estaban las cosas y proseguimos juntos lasinvestigaciones.
-¿Por qué con él sí y con nosotros no?
-Porque pensaba ya someter a Amberley a esa pequeña
prueba que tan admirablemente ha resultado. Temí que quizás
ustedes no quisiesen llevar las cosas tanadelante.
El inspector se sonrió.
-En efecto, quizá no hubiésemos querido. De modo, mister
Holmes, que tengo su palabra de que usted se hace desde este
momento a un lado y nos entrega el resultadode sus investigaciones.
-Así lo he hecho siempre.
-Bien. Se lo agradezco en nombre del cuerpo. Tal como usted lo ha explicado, el caso se
presenta claro, y no creo que haya una gran dificultad darcon los cadáveres.
-Y ahora le voy a mostrar una pequeña prueba algo macabra -dijo Holmes-. Estoy seguro de que
ni el mismo Amberley se fijó nunca en ella. Si quiere usted conseguir buenosresultados, inspector,
colóquese siempre en el lugar de los demás y piense lo que usted haría en su casa. Exige
imaginación, pero compensa siempre. Pues bien: su
pongamos que usted se viese encerrado enesta
pequeña habitación, que sólo le quedasen dos minutos de vida y quisiese quedar a mano con el
criminal, que probablemente estaba en ese instante mofándose de usted desde el otro lado de la
puerta.¿Qué haría usted?
-Escribiría un mensaje.
-Exactamente. Querría usted informar a los demás de cómo moría usted. De nada le serviría
escribir en un papel, porque él lo descubriría. Pero si...
Regístrate para leer el documento completo.