DANIEL CAICEDO
Juan Gustavo Cobo Borda
En 1953 apareció la primera novela del largo ciclo sobre la violencia partidista en Colombia. Se titulaba Viento seco y la había escrito el medico del Valle del Cauca Daniel Caicedo. Su prólogo lo firmaba Antonio García, un economista y sociólogo que había participado en la renovación intelectual del primer gobierno de López Pumarejo, con unestudio valioso: Geografía económica de Caldas. Y quien también había cultivado el cuento y el ensayo literario. Más tarde sería uno de los más reconocidos expertos en el tema de la reforma agraria, asesor del gobierno de Salvador Allende; y a todo lo largo de su activa existencia hombre de izquierda en busca de una vía socialista para Colombia, más allá del dilema liberal o conservador.
Elextenso prólogo," La novela realista frente al drama colombiano" cobra con el tiempo un valor singular. Este tipo de novelas eran obras de arte o más bien crudos testimonios de una realidad intolerable. Comienza por aclarar que este no es un documento 'imparcial', y señala luego: " los hijos de las víctimas de ayer son los verdugos de hoy y los hijos de las víctimas de hoy serán los verdugos demañana" (p. 1 Al hablar como parte, y no como juez, el autor emplea un duro lenguaje, cercano al Eclesiastés, de "cólera seca", de "testimonio". Y a partir de allí, socialista y cristiano, Caicedo es adscrito a la larga lista de los autores comprometidos con su visión de la vida. La lista abarca de Balzac a Flaubert, de Dostoievski a Kafka, sin olvidar ni a Malraux ni a Sartre, lo cual es una evidenteexageración.br> Pero concentrándose en el caso colombiano, Antonio García señala como " su fuerte no es la novela que proyecta la verdad que lleva en sus entrañas, sino la poesía que reelabora, que decanta, que cierne, que depura y transforma la perspectiva de las cosas" (p. 23). Sin embargo, por otra parte García busca establecer una tradición de rebeldía y de protesta social, que va desde EugenioDíaz hasta Tomas Carrasquilla "en su novela picaresca se expresa el carácter del pueblo de Antioquía, siempre un poco labrador, bahareque ro, mercachifle, arriero y tahúr" (p. 27), de José Eustasio Rivera a José Antonio Osorio Lizarazo, sin olvidar narradores como Arnoldo Palacios y Manuel Zapata Olivella, en la vertiente de la novela negra y mulata. Pero la preocupación de Antonio García apuntahacia la comprensión de un 'país en armas', donde impera más la venganza que la justicia, y donde es necesario el desenmascaramiento de ese "país del sótano", como lo llama, donde campesinos, peones indígenas, obreros, bogas y artesanos, surjan, aparezcan, y adquieran, por fin, voz propia. Pero falta todavía bastante para ello. Ahora estamos en medio del conflicto, donde, como él dice:
“Lo quesostiene en el poder a un partido victorioso no es solo la capacidad privilegiada de enriquecimiento y la cobarde facultad de desquite sino el miedo a la venganza. El horror al 'día de la venganza' " (p. 33)
Ese día, lo subraya García, no es por ahora el de la revolución, en busca de un orden, sino la revuelta, 'fuerza que salta al vacío'. Con pertinencia, Antonio García señala como la revoluciónfracasada, que termina por ser la propia historia de Colombia, va cambiando de lo ideológico a la burguesía al convertir en oro todo lo que toca- y esas castas dinásticas que usufructuaron el poder parecen, en este caso, aliadas a la religión, 'pasión viscosa sin principios, sin moral, sin simpatía humana'(p. 400) como señala en forma crítica. Drama de Antonio Gallardo, el personaje, y la masacre deCeylán, en el intento por vengar a sus muertos más entrañables-su hija, su mujer- concluye, en el caso de este prólogo, en una reflexión que sorprende:
Daniel Caicedo ha tomado a los hombres como son y como están. "Su principio es el mismo de quien ha dicho que no hay que inventarle nada a la vida: 'nada es tan fantástico como la realidad'. En ella se juntan-se dan las manos o se dan la...
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