Daniela Garcia
Daniela García
“Un ejemplo de superación”
Daniela García
Hasta el 30 de octubre de 2002, Daniela García llevó la vida cómoda y despreocupada, de una joven educada en el seno de una familia de la clase alta de Chile. Excelente estudiante con altas calificaciones,le encantaba la biología e ingresó en la Facultad de Medicina de la PUC. En la última semana de octubre, Daniela tenía 22 años y cursaba el último mes de su cuarto año. Por ese tiempo, se acercaban los calurosos días del verano y estaban a punto de iniciarse los exámenes finales. También era la época de los Juegos Inter-Escuelas de Medicina, tradición competitiva anual en la que participan casitodos los estudiantes de medicina del país. Ese año se iba a realizar en Temuco, ciudad de 260.000 habitantes, situada a unos 250 km al sur de Santiago.
Durante varios días sus compañeros le insistieron en que los acompañara: necesitaban su habilidad de futbolista en el equipo. Por fin cedió. Sin embargo, cuando llegó a la estación central del ferrocarril aquel miércoles por la noche, su miedo sóloaumentó. El sistema nacionalizado de ferrocarriles había dispuesto trenes adicionales, con vagones viejos. A Daniela no le gustaba cómo se veían las ventanillas sucias y la pintura descascarada. Cálmate, se dijo. El ferrocarril es seguro.
A eso de las 10, poco más de una hora después del inicio del viaje, dos amigos le pidieron que los acompañara a otros vagones para ver si conocían a algunos delos estudiantes a bordo. Mientras caminaban de un vagón a otro, un amigo iba delante y otro detrás de ella. Las luces de techo estaban fundidas y era difícil ver. Daniela no sabía que no estaba en su lugar la pasarela que normalmente cubre los huecos entre los acoplamientos de los vagones. El tren entró en una larga curva y la brecha se ensanchó aún más.
Daniela dio un paso y sintió que caía alvacío. Los amigos de Daniela notaron que de pronto había desaparecido. Un pasajero que fumaba al lado dijo, “¡Oigan, esa chica se acaba de caer!”.
Daniela tuvo la sensación de que tiraban de ella de un lado a otro. Luego, como si despertara de un sueño desorientador, se encontró en medio de las vías en una noche oscura.
Era casi insoportable ver que tenía las cuatro extremidades afectadas.Empezó a gritar: “¡Ayúdenme! ¡Por favor, ayúdenme!”. Por casualidad, en ese momento, Ricardo Morales, un trabajador rural, paseaba por allí, escuchó el grito y corrió hacia ella.
Los Servicios de Emergencia de Rancagua enviaron una ambulancia en 4 minutos.
“¿Está muerta?”, preguntaron. "¿Estoy muerta?", se preguntó Daniela. No, no podía ser.
“¡No estoy muerta!” gritó Daniela, y sufuerza sobresaltó a los médicos.
La subieron a la ambulancia y llegaron al hospital rápidamente. A todas las personas que veía, ella les preguntaba: “¿Voy a estar bien?”. Recién en un ascensor, camino al quirófano para operar sus extremidades cercenadas, un doctor le contesto con tranquilidad: “Vas a estar perfectamente”. Por primera vez desde el accidente, Daniela pudo por fin tranquilizarse. Hice todo loque pude. Está en las manos de los médicos, pensó. Ahora sólo deseaba descansar. Cerró los ojos.
El padre de Daniela buscó el mejor lugar que pudiera proveerle prótesis a su hija y ofrecerle la extensa rehabilitación que requeriría. Optó por el famoso Instituto de Rehabilitación Moss, de la Universidad Albert Einstein, en las afueras de Filadelfia, Pensilvania. Daniela estableció un vínculoespecial con el jefe de la unidad, el doctor Alberto Esquenazi. No sólo hablaba español, sino que había perdido la mano derecha en una explosión de laboratorio. En su lugar había un gancho plateado que usaba con toda naturalidad. Eso le daba esperanza.
Apenas cuatro días después de llegar y dos después de que el equipo de prótesis le tomara medidas, vio su primer par de piernas artificiales. Cuando...
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