Danielle steel encuentro desicivo
Encuentro Decisivo
Danielle Steel
Título original: Changes
A Beatrix, Trevor, Todd,
Nicky y especialmente John,
por todo lo que sois y todo
lo que me habéis dado.
Con todo mi amor, d. s.
Con mi gratitud especial al doctor Phillip Oyer
Cambiando bailando,
saltando, deslizándome de la antigua vida
a la nueva, preguntándome qué pienso
de ti,
sueños invisibles y nuevosprogramas, dos vidas enmarañadas, finalmente
enaltecidas, y súbitamente un corazón prendido, apresado, sin volverse
atrás,
sin soltarse, demasiado tarde
para huir, demasiado pronto para saber si todo está
bien,
pero el tiempo lo dirá todo,
y con suavidad en la noche
pronuncio tu nombre, nada es exactamente
igual en medio de esta completa
reorganización, porque todo
en mí
se estátrastocando, moviendo,
—Doctor Hallam... doctor Peter Hallam... doctor Hallam... Intensivos cardiología, doctor Hallam...
La voz siguió zumbando mecánicamente mientras Peter Hallam cruzaba presuroso el vestíbulo del Center City Hospital sin tomarse la molestia de contestar porque el equipo médico ya sabía que estaba en camino. Frunció el ceño mientras pulsaba el botón del sexto piso con la mentetotalmente enfrascada en los datos que le habían facilitado por teléfono veinte minutos antes. Se habían pasado varias semanas esperando un donante y casi era demasiado tarde. Casi. Sus pensamientos volaron mientras se abrían las puertas del ascensor y él se dirigía a la sala de las enfermeras de Cuidados Intensivos de Cardiología.
—¿Ya han enviado arriba a Sally Block?
Una enfermera levantó lavista y pareció adoptar una posición de firmes mientras su mirada se cruzaba con la del médico. Algo en su interior se agitaba siempre un poco cuando le veía. Aquel hombre alto y delgado de cabello gris, ojos azules y suaves modales emanaba algo infinitamente impresionante. Tenía el aspecto de los médicos que solían aparecer en las novelas femeninas. Había en él un algo esencialmente cordial yamable, pero también una especie de poder. El aire del caballo de carreras altamente adiestrado que siempre tira de las riendas, ansiando avanzar y llegar más lejos... hacer más... luchar contra el tiempo... lograr lo imposible... ganar una vida... un hombre... una mujer... un niño... una persona. Y a menudo lo conseguía. A menudo, pero no siempre. Y eso le irritaba. Más aún, le angustiaba. Era la causade las arrugas de sus ojos, de la tristeza que se adivinaba en su interior. No le bastaba obrar milagros casi diariamente. Él quería algo más que eso: aumentar las probabilidades de éxito, salvarlos a todos, pero eso no era posible.
—Sí, doctor —la enfermera asintió rápidamente—. Acaba de subir.
—¿Estaba preparada?
Esa era otra de las cosas que tenía, y la enfermera se maravilló de lapregunta. Supo inmediatamente lo que quiso decir con «preparada»; no
se refería a la intravenosa en el brazo de la paciente ni al ligero sedante que le habían administrado antes de abandonar la habitación para ser trasladada a cirugía. Se refería a lo que estaba pasando y sintiendo, a quién había hablado con ella y a quién estaba con ella. Él quería que cada uno de los enfermos supiera con qué seenfrentaba, con qué denuedo iba a trabajar el equipo, cómo se preocupaban todos y cuánto se iban a esforzar por salvar una vida. Quería que cada paciente estuviera preparado para entrar en combate con él. «Si creen que no tienen ninguna posibilidad de luchar cuando entran allí, ya están perdidos de antemano», le había oído decir la enfermera a sus alumnos, y lo decía en serio. Luchaba con todo su ser yello le suponía un gran esfuerzo, pero merecía la pena. Los resultados obtenidos en los últimos cinco años eran sorprendentes, con muy pocas excepciones. Unas excepciones que a Peter Hallam le importaban mucho. En realidad, le importaba todo. Era extraordinario, esforzado y brillante... y además condenadamente guapo, pensó la enfermera con una sonrisa, viéndole dirigirse a toda prisa hacia el...
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