danzas de juli
Música
Ya en el Martín Fierro, publicado en 1872, aparece un italiano que hace música: "Allí un gringo con un órgano/ Y una mona que bailaba/ Haciéndonos ráír estaba/ cuando le tocó el arreo./ ¡Tan grande el gringo y tan feo!/ ¡Lo viera cómo lloraba!" (11). También encontramos un inmigrante en "El alma del suburbio", de Evaristo Carriego: "Soñoliento, con cara de taciturno,/ cruzandolentamente los arrabales,/ allá va el gringo... ¡Pobre Chopin nocturno/ de las costureritas sentimentales!" (12).
Traían desde su tierra la inclinación por este arte. A pesar de la tristeza, "La música y las danzas abundaban en el barco –escribe Scotti. Algunos tocaban el acordeón, otros la flauta, y por encima de la baraúnda, el violín diáfano de Padrazo" (13).
Los Podestá, conocidos comoactores, fueron también músicos. Lo destaca María Esther Podestá, en Desde ya y sin interrupciones, su libro de memorias, cuando escribe: "como la mayoría de los Podestá, mi padre era músico, además de autor de comedias" (14).
En uno de sus poemas, María Teresa Andruetto recuerda la afición musical de su padre: "El padre toca el banjo en la cocina/ de la casa (...) El padre toca rumbas,/ habaneras,canciones italianas" (15).
La música no podía faltar en el festejo del casamiento. De la colectividad italiana es el que recuerda Carlos Ibarguren, en La historia que he vivido. Se ha casado Darío Nicodemi: "el casamiento fue celebrado con una fiesta en la modesta casa del barrio en que vivía la novia. Concurrió allí invitado el elemento gringo de la vecindad con sus respectivas familias –algunascon hijos argentinos- y varios amigos de Darío, entre los que yo me contaba. Se bailó animadamente hasta la madrugada en el patio, al compás del acordeón, ocarina y flauta; de la cocina, donde se jugaba a la morra, partían vociferaciones en italiano, mientras el moscato y el nebiolo espumante enardecían los ánimos sin distinción de edad, sexo ni nacionalidad; y aún recuerdo cómo nos atrajo a losmuchachos la bella Carlota, hermana del desposado, que resultó esa noche, reina indiscutida de aquel regocijo meridional" (16).
Además de tocar por gusto, algunos hijos de inmigrantes emprendían estudios formales. María Luisa Cuccetti recuerda su iniciación musical: "ya cuando estaba en el primario, una amiga mayor me empezó a enseñar piano", pero su padre, un clarinetista profesional genovésque se había instalado en La Boca, la anotó en el conservatorio: "Ibamos en tranvía, y como era en el centro, me ponían sombrero... ¡Bah, capotita! Los sombreros eran para las señoritas" (17).
Recordemos que también fue un inmigrante, el italiano Luigi Gusberti, quien tuvo una relevante actuación en la actividad musical de la tierra a la que emigró, donde fue "Director de la Banda Sinfónica enla capital de la provincia del Chaco y fundador de las bandas musicales del colegio Don Bosco" (18). Lo mismo sucedió con Antonino Malvagni -quien fue director de las bandas militares de Tucumán y fundó la Banda Municipal de Buenos Aires y el Conservatorio Alberdi- y con el padre de los Discépolo (19).
Hacía música el galleguito de González Carbalho, quien emigraba solo a los diez años: "laarmónica en los labios/ hice todo el viaje" (20).
Entre los gallegos emigrantes, la gaita era un instrumento muy difundido. El gaitero Carlos Núñez, de paso por nuestro país, dijo en un reportaje que "los mejores gaiteros no permanecieron en Galicia sino que la mayoría vino a Buenos Aires, muchas veces exiliada". En la Argentina y en Cuba, entraron en contacto con otros ritmos, al punto que "Lamúsica gallega se benefició de estas influencias, de estas tradiciones más abiertas" (21).
A escondidas tocaba la gaita un asturiano, pues su hermano, avergonzado del origen de ambos, se lo había prohibido. El anciano "cuando su hermano no estaba en casa, entraba en el dormitorio de los tíos, levantaba la trampa del sótano disimulada bajo la cama matrimonial, bajaba cinco escalones, prendía la...
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