Darío betancourt, maestro de la experiencia
Por : Efrén Mesa Montaña
¡No dos veces se nace, no dos veces es uno hombre:
sólo una vez pasamos por la tierra!
De un poema náhuatl, anónimo deChalco
Estoy,
por eso peligro.
¡Todo me empuja!
En la multitud un fósforo presume
del futuro penacho.
Julio Cortázar
La realidad colombiana de los últimos años no ha permitido inventar unamemoria distinta a la de la violencia. Contrario a la premisa de aquel famoso canto asideo de que "hay que descender muy abajo para hallar la fuerza de remontarse", en nuestro país hace ya demasiadotiempo que hemos tocado fondo, mientras las posibilidades de hallar salidas eficaces a los conflictos son cada vez más ambiguas. En este panorama de incertidumbre es difícil creer que más allá delsufrimiento es posible construir una historia nacional con sentido, aun cuando sus ingredientes se desbordan con toda su riqueza.
Las raíces de las violencias que a cada instante nos agobian no sólohistóricamente han venido reproduciéndose, sino, lo que es todavía peor, en ningún momento se han intentado mitigar. Parece ocurrir todo lo contrario; se les estimula desde el silencio, desde la mudaaceptación de normalidad o se opta por su banalización. La experiencia y la memoria colectivas rebosan en Colombia de hechos violentos, vividos o percibidos, pero incoherentemente establecidos como unarealidad aparte que se presume como normal, mientras que un proyecto de paz, basado en la propuesta de igualdad social y en la posibilidad de una vida digna para la gran mayoría de la población haestado completamente ausente. Es en esto último que radica nuestra pobreza de experiencia, tal si la barbarie hiciera parte de las prácticas de vida cotidianas.
De nada han servido los intentos porrevertir la realidad que ensombrece al país desde los últimos cincuenta años. Se considera necesario emprender la tarea de construcción de un país para la paz y el bienestar de sus habitantes, pero sin...
Regístrate para leer el documento completo.