Darwin
Y sin embargo...
¿Que por qué habríamos siquiera de seguir los pasos de Charles Darwin acerca del sentimiento moral? Porque no tenemos más remedio. Darwin cambió para siempre la consideración del altruismo dotando a la filosofía moral de una metodología naturalista de la que ningún autor serio escapa hoy. El guión es sencillo: el altruismo supone una fuerza fundamental para lacohesión de los grupos ya sean de insectos, de aves o de mamíferos, incluidos nosotros, los primates. La amplitud del fenómeno da una pista acerca de su origen por selección natural. Lo queramos o no, somos seres morales porque nuestra naturaleza nos impele a ello.
Por desgracia para el naturalismo, la obra de Darwin contiene también argumentos muy sólidos que obligan a calificar el acto moral deparadójico. La selección natural favorece la aptitud del individuo, no del grupo. Pese a ello, algunos seres (entre los que podemos encontrar hormigas, ratas y hombres) llevan a cabo cierto tipo de actos, denominados altruistas,que disminuyen la aptitud de quien actúa en favor la mayor parte de las veces de un pariente. ¿Cómo puede haberse fijado la tendencia hacia un rasgo así en nuestro códigogenético? Entre un gen que promoviese los actos egoístas y otro que convirtiera a su poseedor en un altruista, sería el primero el seleccionado. Por más que sepamos bien que plantear una relación directa entre un gen y una conducta compleja es absurdo, cualquier combinación compleja de alelos que tienda al altruismo debería ser eliminada por la selección natural.
Darwin no pudo resolver elproblema. El neodarwinismo tampoco. Fue la sociobiología, a través de William D. Hamilton, la que proporcionó -¡en el año 1964, más de un siglo después de la aparición del libro canónico de Darwin!- un modelo adecuado acerca de la evolución del altruismo: la teoría de la selección de parentesco. Edward O. Wilson, el fundador de la sociobiología, ganó un premio Pulitzer al aplicar esa idea a la naturalezahumana, y Richard Dawkins se hizo de oro escribiendo sobre el gen egoísta. Pero de la solución de Hamilton se deriva otra dificultad manifiesta: hormigas, abejas, avispas, termitas, gambas parasitarias y ratas topo cuentan con lo que se llama conducta eusocial, un cuidado extremo de los miembros del grupo. Nosotros, los humanos, también somos altruistas obsesivos. Pero es del todo improbable quelos mismos genes sean responsables de la conducta de animales tan diferentes entre sí. La condición eusocial es lo que se conoce en términos técnicos como una homoplasia, un carácter fijado varias veces por separado, durante la evolución, en diversos linajes. Dicho de otra forma, lo que el modelo de la selección de grupo explica en los insectos no tiene fuerza alguna para los humanos.
¿Y...
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