Darwin
Daniel Soutullo
Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 y publicó su obra más importante, El
origen de las especies, el 29 de noviembre de 1859, de modo que en este 2009
celebramos el 200 aniversario de su nacimiento y el 150 de la publicación del libro. Semejante acontecimiento ha venido jalonado de la reedición de varias de sus obras,
de la publicación de otras que nunca habían sido traducidas al castellano y de varios
libros sobre su vida, su teoría de la evolución o, también, sobre las repercusiones que
ésta ha tenido sobre nuestra concepción de la naturaleza y la sociedad.
La vida de Darwin y sus investigaciones son muy bien conocidas, ya que es uno de
los científicos más estudiados de todos los tiempos. De hecho, existe toda una
“industria Darwin”, así llamada, encargada del estudio y publicación de sus trabajos,
cuadernos de notas, correspondencia y cualquier otra circunstancia de su vida u obra
que tenga la más mínima trascendencia para la interpretación de sus ideas. Pese a ello,
la pieza central de su pensamiento, la selección natural, sigue siendo bastante mal
interpretada en muchas ocasiones.
Aunque sus estudios de historia natural son múltiples, en campos que incluyen,
entre otros, la geología, la botánica, la zoología, la sistemática o la etología, son sus
teorías en el terreno de la evolución su contribución más importante a la historia de la
ciencia. Por un lado, con la publicación de El origen de las especies, la idea de
evolución, que ya estaba presente de forma un tanto vaga en parte de la sociedad
considerada culta de mediados del siglo XIX1, se implanta rotunda y definitivamente.
La enorme cantidad de datos procedentes de múltiples fuentes que expone en El
origen de las especies hizo que, en pocos años, muy pocas personas dentro del mundo de la ciencia, en incluso fuera de él, siguiesen negando que la evolución de las especies
es una pauta universal en la historia de los seres vivos. Hoy en día podríamos decir que
es un hecho que está más allá de cualquier duda razonable.
No ocurrió lo mismo con la idea de selección natural como mecanismo causal del cambio evolutivo, su contribución más original y sustantiva al pensamiento biológico.
La selección natural gozó de muy poca aceptación en vida de Darwin y en las décadas
siguientes y, hasta bien entrado el siglo XX, en los años 30 y 40, no se consolidó como
un elemento fundamental de la teoría de la evolución. Incluso algunos de los amigos
evolucionistas de Darwin que le dieron un apoyo entusiasta, recelaban de la selección natural. El propio Darwin en obras posteriores a El origen de las especies, relativizó la
importancia de la selección natural frente a otros posibles mecanismos evolutivos. Así
se expresaba en El origen del hombre, publicado en 1871, con respecto a la
importancia de la herencia de los caracteres adquiridos en relación con la selección
natural: “Las modificaciones adquiridas en el pasado, y puestas en uso para algún
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Darwin no compartía esta idea. En su Autobiografía comentaría a este respecto: “Se ha dicho a veces
que el éxito del Origen demostraba que ‘el tema flotaba en el ambiente’, o que ‘la mente humana estaba preparada para él’. No creo que sea estrictamente cierto, pues, de vez en cuando, sondeé a no
pocos naturalistas y jamás me topé con ninguno que dudara, al parecer, sobre la permanencia de las
especies” [Charles DARWIN (1887), Autobiografía, Pamplona: Editorial Laetoli, S. L., 2008, p. 107].
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objeto útil en las épocas pasadas, llegaron probablemente a convertirse en firmes y ...
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