David Viñas
Viñas fundó Contorno, una revista en Argentina, en la decada de '50 con su hermano Ismael. David contribuía como crítico de literatura. Luego, fundó la revista Ciudad. Estas revistas, Cortorno y Ciudad, creaban una fundación de ideas para una generación nueva y influenciaron a los estudiantes universitarios y a los intelectuales. A veces, Viñas publicó bajo elseudónimo de Raquel Weinbaum. El estaba afiliado a Plural de México y El Periodista de Buenos Aires
Recientemente, Viñas hizo una declaración sobre los eventos del 11 de septiembre. El celebró el ataque como lucha entre las clases, la clase baja contra "el imperio terrorista del Pentágono y de Wall Street," demostrando sus creencias marxistas. Viñas culpa a los Estados Unidos de las muertes de sushijos a causa de la implicación de EEUU en la Guerra Sucia.
Uno de los últimos (y mejores) autores en combinar la figura del intelectual, el ensayista y el escritor de ficción, miembro fundador de la mítica revista Contorno, profesor celebrado por pares y alumnos en la UBA, autor del ineludible Literatura argentina y realidad política y de una docena de novelas que atraviesan la historia nacionalcon ajustado pulso literario, David Viñas acaba de publicar Tartabul, una novela ejemplar que funciona como summa intelectual de toda una vida.
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El Negro Fontanarrosa me contó que, de pibe, su primer enganche con la literatura argentina fue a través de Viñas: “Los personajes de sus novelas –me dijo el Negro– hablaban como mi viejo. No hablaban de tú. Y puteaban”. Además, convinimos con elNegro, en esas novelas se cojía. Con jota, cojer. Daba la impresión de que por primera vez se cojía en nuestra literatura tan pacata. El 24 de diciembre pasado, me acuerdo, entré en la librería Losada y lo encontré a Viñas en una mesa del bar. Conversaba con un muchacho italiano, profesor de literatura. Viñas me invitó a la mesa. Le dije que me gustaría hacerle una entrevista, tener con él una charlasobre su obra narrativa. Porque en los últimos años su producción ensayística, la crítica, opiné, pareciera haberle hecho sombra al escritor de Los dueños de la tierra, Un dios cotidiano y Hombres a caballo. Viñas respiró, tomó aire, resopló y se atusó el bigotazo. Pensé entonces –y lo sigo pensando ahora–: es fácil reportearlo y con sus declaraciones, siempre frontales, recortar una frase quearme un escandalete en la parroquia literaria. “Viñas de ira”, parodió Viñas acordándose. Hablamos un rato acerca de lo que se publica, de la uniformidad en ese formato que las editoriales persiguen para cumplir con lo que se supone es el gusto del mercado. “La muerte del sujeto, mi viejo”, dijo Viñas. Y no era un rezongo. Iba en serio. En esos días, Viñas viajaba a Cuba. Quedamos en que lo llamaríaa su vuelta. Arreglaríamos un encuentro. Pasaron más de seis meses desde entonces.
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La biografía de David Viñas no patentiza con simpleza las contradicciones de cualquiera de los escritores argentinos: las exaspera. Crispa, ésta puede ser la palabra. Las contradicciones provienen de su formación: colegio de curas, colegio militar (donde fue dado de baja, según escribió, en el ‘45, porinsubordinación ante tropa armada). Después sigue: presidente de la FUBA antiperonista (de ese tiempo, una anécdota: cuando Jauretche, funcionario del Banco Nación, lo mandó preso durante una huelga), pero cuando Evita se está muriendo, se entibia su apreciación de las masas descamisadas a las puertas del hospital como cuadro tolstoiano y no como rejunte plebeyo (Viñas, cabe acotarlo, le toma el...
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