Dawson Geralyn - Novias Desafortunadas - El Traje De La Novia

Geralyn Dawson

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NOVIAS DESAFORTUNADAS, 1


EL TRAJE DE LA NOVIA




ÍNDICE

Capítulo 1 3
Capítulo 2 14
Capítulo 3 23
Capítulo 4 33
Capítulo 5 44
Capítulo 6 54
Capítulo 7 65
Capítulo 8 73
Capítulo 9 83
Capítulo 10 95
Capítulo 11 105
Capítulo 12 114
Capítulo 13 125
Capítulo 14 133Capítulo 15 139
Capítulo 16 147
Capítulo 17 157
Capítulo 18 164
Capítulo 19 170
Capítulo 20 175
Capítulo 21 181

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 191








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Capítulo 1


Cortar un vestido el viernes y no terminarlo


trae mala suerte.


Fort Worth, Texas, 1879

Jenny Fortune vio bajar a la columnista, vestida de algodón estampado y congesto perverso, y deseó estar muy lejos de allí. Wilhemina Peters escribía diariamente «La comidilla de la ciudad» en el periódico Daily Democrat que editaba su marido, y estaba convencida de que parte de su deber profesional consistía en hacer sus rondas por la ciudad fronteriza para seguir la pista de cualquier cotilleo jugoso.
Desde que había visto a Jenny en la reunión del martes de laSociedad Literaria de Fort Worth, se había comportado como un sabueso tras un rastro.
Su madre debía de haber vuelto a las andadas; o tal vez la señora Peters se había enterado del último artículo científico de su padre y de las controvertidas teorías que proponía. Jenny suspiró. Cualquiera de las dos opciones alterarían su tranquilidad.
Después del último escándalo de las hijas deBailey, no tenía fuerzas para otro más.
—Señorita Fortune —la sonrisa maliciosa de Wilhemina descubrió que tenía los dientes bastante separados—. Me sorprende verla hoy aquí. Ya sé que su trabajo la ha tenido muy ocupada estos últimos meses y que por eso no ha podido pasarse por aquí; si no me equivoco, desde la primera boda de la familia Bailey —sacudió la cabeza mientras chasqueaba la lengua—.Eso demuestra que no hay mal que por bien no venga. Tal vez ahora la veamos a usted con más regularidad.
A pesar del agobiante calor que hacía en la sala de juntas del Hotel Cosmopolitan, Jenny se estremeció. Sospechaba que la señora Peters se lanzaría al ataque con afán, y la otra no se hizo esperar mucho.
—En realidad, me alegro tanto de que se haya unido hoy a nosotros —Wilhemina sesentó en una silla de respaldo alto, se colocó la falda y empezó a abanicarse—. Ahora estoy muy ocupada con la fundación de varios colegios públicos en la ciudad, y esta ocasión de hablar aquí con usted me ha ahorrado el tener que ir a su tienda esta tarde.
Jenny, que siempre agradecía los pequeños detalles, esbozó una sonrisa franca.
—Pues me alegro de que haya sido así. Yo he venido a vera Emma McBride recitar una poesía. ¿No le parece que ha estado maravillosa?
—Bueno… —Wilhemina se mordió el labio con evidente indecisión.
Emma McBride y sus hermanas Maribeth y Katrina aparecían con regularidad en «La comidilla de la ciudad», normalmente bajo el título de La amenaza McBride ataca de nuevo.
Como había salido el tema. Jenny estaba segura de que la señora Peters selanzaría a atacar verbalmente al trío, como tenía por costumbre; pero la mujer se mostró, cosa rara, discreta.
—Sí. Emma ha estado bien.
Jenny entendió entonces que estaba metida en un lío y la sonrisita compasiva de la señorona no hizo no confirmárselo.
—Detesto hacer esto, querida, pero en estas circunstancias estoy segura de que lo entenderá —subió la voz lo suficiente como paraque se la oyera con claridad—. Quiero anular el pedido del último vestido que encargué.
A Jenny se le fue el alma a los pies cuando todas las cabezas ensombreradas se volvieron a mirarla. La expectación se palpaba en el ambiente, y Jenny sintió que se estaba jugando algo más que el encargo de un vestido. Habló con rapidez, con la esperanza de superar el chasco lo mejor posible.
—Muy...