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La relectura me reveló mundos nuevos que vale la pena compartir.
Es distinto leer el Iván denisovich cuando ya ha terminado la Guerra Fría. Adquiere otradimensión la lectura de esta novela realista cuando ya no existen ni el Muro de Berlín, ni la Unión Soviética, ni los campos de concentración del Gulag.
Se levanta, entonces, una nueva dimensión enesta obra que la hace, en justicia, ubicarse entre las indispensables de todo buen lector.
Como recordarán Shukov (Iván Denisovich), joven oficial del ejército rojo, cae prisionero de su propio país alvolver de una misión en tierras alemanas. De nada le vale el esfuerzo desplegado en la guerra, es encontrado culpable y enviado a un campo de concentración donde será vejado, mal alimentado y obligadoa ejecutar trabajos forzados, convirtiendo su vida en apenas una supervivencia.
Aquí es donde, a mi juicio, se alza la gran enseñanza de esta obra: la búsqueda y encuentro de la más genuina dignidadhumana. Todo está en contra del pobre Shukov: su injusta condena y el maltrato a que es sometido podrían, en un espíritu de menor altura, minar sus esfuerzos por vivir y por conservar la dignidadhumana pero el lo mantiene aún a costa de ingenio y sacrificio enormes.
Desde el no perder nunca la esperanza, el nunca entregarse a la bota que pisotea y humilla, el encontrar en todo momento algo quehacer para sentirse vivo, el recoger y guardar cada cosa que pueda ser útil para sobrevivir -aguzando con ello el ingenio y la volunta-, hasta detalles mínimos como quitarse siempre el sombrero antesde comer o no lamer el plato como sus compañeros de prisión, son las herramientas que Denisovich encuentra para mantenerse firme, erguido, convertido en un ser humano en medio de las bestias de sus...
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