De Ingles

LA DRAMATURGIA COSTARRICENSE DE FIN DE SIGLO


M.A. Álvaro Quesada Soto
Escuela de Filología
Universidad de Costa Rica[1]
[pic]Resumen
La ponencia ofrece una reflexión sobre la dramaturgia costarricense de las últimas décadas. Se parte del auge del movimiento teatral en la década de 1970 y el decaimiento y la crisis en las últimas dos décadas. Se procura ubicar la producción de lostextos dramáticos, los conflictos, la temático y algunas características formales de esos textos, dentro del desarrollo de las artes escénicas y la representación teatral en Costa Rica, y dentro del contexto histórico y cultural del país.
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Desde finales de la década de 1960 se aprecian cambios sustanciales en la actividad teatral costarricense; cambios en los que vienen a incidir variosfactores. Por un lado, la experiencia recogida por grupos teatrales fundados en los decenios de 1950 y 1960, como el Teatro Universitario, el Arlequín, Las Máscaras, el GIT, y una nueva dramaturgia que nacía bajo su alero. Por otra parte, la política estatal de apoyo a las actividades culturales y especialmente al teatro, que culmina con la apertura de Escuelas de Artes Dramáticas en la Universidad deCosta Rica (1968) y en la Universidad Nacional (1974) o la fundación por parte del Ministerio de Cultura de una Compañía Nacional de Teatro (1971) y de un Taller Nacional de Teatro (1977), dedicado a la preparación de actores-promotores. A esto habría que aunar la afluencia al país de actores y directores extranjeros, la mayoría exiliados, que provienen de países con mayor tradición teatral yaportan una sólida preparación profesional en el arte dramático.


Hacia finales de 1960 empiezan a estrenar sus obras con regularidad los tres más importantes dramaturgos costarricenses de finales de siglo: Alberto Cañas (1920), Daniel Gallegos (1930), Samuel Rovinski (1933).


Alberto Cañas, el más prolífico dramaturgo costarricense de este período, ha estrenado y publicado unas quinceobras de teatro –además de cuento y novela— a partir de 1956, cuando el Teatro Arlequín estrena su primera obra El héroe. Con Una bruja en el río (escrita en la década de 1960 y estrenada en 1977), Cañas intenta romper con ciertas convenciones genéricas arraigadas en el teatro costarricense anterior, que establecían una férrea oposición entre el tratamiento de temas nacionales –sujetos siempre aestereotipos costumbristas— y el tratamiento de temas universales –que invariablemente se ubicaban en un espacio abstracto o exótico—. Esa obra constituye, según su autor, "un ensayo lingüístico, con una intención no pintoresquista ni folclórica, sino dentro de un contexto poético; la obra costarricense escrita en vos que no es un sainete" (Herzfeld y Cajiao, 1973: 26). En La segua (1971) o Uvieta(1980) Cañas explora esa misma tendencia, al tomar motivos poéticos del folclor y las leyendas populares para elaborar parábolas filosóficas sobre la vanidad o el poder de las convenciones que rigen nuestras imágenes de la realidad. El teatro de Cañas, quien reconoce en Pirandello a su maestro, ofrece una mirada irónica sobre el mundo y juega con los distintos significados que adquieren loshechos al variar las perspectivas o relaciones convencionales: "En toda mi obra –afirma— hay un afán por mostrar que las cosas no son como parecen y que las personas no son lo que parecen" (ibid.: 23) A diferencia, sin embargo, de la ironía corrosiva de Pirandello, que tiende a poner en duda el valor de la verdad y el orden del mundo, el humor de Cañas tiende más bien a la restauración del orden,la conciliación y el equilibrio. Otras obras de Cañas como Tarantela (1976) u Operación T.N...T. (1978), incursionan en el sainete farsesco de corte costumbrista. Ni mi casa es ya mi casa (1982) se emparenta más bien con la temática de algunas de sus obras narrativas, al intentar ofrecer un panorama del desarrollo histórico costarricense de la primera mitad del siglo, desde una perspectiva...