De Inmensidades y Reencuentros

De inmensidades y reencuentros.
Estaba como todos los días: bajándole las estrellas, sentándome a observarlo en la luna, diciéndole al sol que no se olvidara de iluminarlo más que a todos.
Él ibacorriendo por las calles con una enorme sonrisa, una sonrisa que opacaría sin duda a cualquier ser viviente que se atreviese a pararse junto a él. A él no lo caracterizaba algún tipo de prendas, o algúnpaso al caminar, ni el modo de hablar, ni el modo de sentarse en las bancas del parque, ni mucho menos su sonrisa, a él lo caracterizaba únicamente su soledad. Tenía todo lo que a mí me gustaba ymucho más.
Yo, por mi parte, me encontraba tomando mi dosis diaria de realidad: un buen café, para despertar de mis insaciables sueños y muchísimos suspiros por todo lo que no alcancé a decir nunca. Miteléfono no dejaba de hacer ese sonidito tan perturbador pero al que estaba tan acostumbrada, indicándome que tenía muchos mensajes por responder y cosas aburridas por hacer.
Me tendí en el asientodel tan ordinario autobús que me llevaba al mismo sitio, todos los días, por años. Me hundí en la profundidad de las entradas del cabello del chofer, y no había fuerza en el mundo -o al menos enaquella pequeña ciudad- que me hiciera apartar mi vista de esa majestuosa y bellísima calva… ninguna fuerza salvo él. Él, que entró al autobús tropezándose, y él, también, que fue a sentarse a mi lado enese mismo autobús. Cuando sentí su impregnadora soledad junto a mí, supe entonces que el cabrón se había escapado la noche anterior de mis sueños… ¡Y qué manera de escaparse! Escabullirse entre misojeras y saltar de mi cama así nada más, sin pena, sin complicación alguna, pues ahora el muy insolente iba al lado mío en forma de un incomprendido estudiante.
<> pensé. <