De la cultura de la queja hacia una cultura del compromiso en las escuelas














Condiciones dignas para enseñar y aprender; hacia una educación emancipadora.

Título de la Ponencia:



Autora: Lucía Margarita Zalazar
DNI: 11.070.369
Licenciada en Ciencias de la Educación. Maestría en Pedagogías Críticas y Problemáticas Socio-educativas (falta tesis).
Trayectoria docente en la Provincia de Buenos Aires:
Maestra de educación primariacomún y especial;
Asesora de C.I.E en los distritos de General Sarmiento y San Martín;
Vicedirectora en los distritos de San Martín y Tres de Febrero.
Actualmente, y desde hace 18 años, en la Ciudad de Buenos Aires:
Maestra de grado de nivel primario.
Capacitadora en el CFP Nº 14 – UTE – CTERA.
Coordinadora técnico – pedagógica de programas de formación docente continua en el CFP Nº 14 –UTE –CTERA.
DE LA CULTURA DE LA QUEJA A UNA CULTURA DEL COMPROMISO EN LAS ESCUELAS

“Mi esperanza es necesaria pero no es suficiente.
Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea, titubea.
Necesitamos la esperanza crítica como el pez necesita el agua incontaminada.”
Paulo Freire; 2002
Pedagogía de la Esperanza.

¿Por qué hablar de “cultura”?
El propósito de estetrabajo es pensar y establecer alguna estrategia que permita la construcción de condiciones dignas para enseñar y aprender; intentar reflexionar sobre lo dado y lo deseado en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires; encontrar algún camino que nos lleve hacia una progresiva educación emancipadora, constructora de sujetos autónomos, críticos, libres, solidarios y responsables. Entonces ¿por qué hablarde “cultura”?
En primer lugar, porque creo necesario empezar poniendo en tensión la idea de “cultura escolar”1 con la de “naturaleza de la escuela”2; para poder reconocer que, en las prácticas escolares, en general, y en el trabajo docente, en particular, se establecen ciertas regularidades, hábitos y modos de hacer que, aunque fueron construidos a lo largo de procesos histórico - culturales,se perciben en el presente, como aspectos o características “esenciales”, propias del “ser” de cada escuela. Y, en tanto “naturales”, se representan como inamovibles.
En segundo lugar – y como consecuencia – para destacar las posibilidades de cambio que ofrece el concepto de “cultura”, entendido como sistema de relaciones e interacciones construidas socialmente, en procesos históricos, a travésdel tiempo, con la intervención de los sujetos sociales involucrados.
Por eso voy a tomar aquí un elemento del cotidiano escolar, tal como es la “queja” – instalada y naturalizada como algo que siempre fue y será – para traccionarla desde una representación “cultural” de las prácticas docentes y proponer una estrategia de desnaturalización, deconstrucción y resignificación que la posicionencomo motor de cambio y transformación, justamente, de aquello que se establece como “motivo” de queja.

La costumbre, el malestar y la queja “improductiva”3
Para comenzar a pensar en modos posibles de transformar las condiciones de nuestro trabajo docente me pregunto cómo distinguir entre condiciones “dignas” y las que no lo son. Porque, aunque parezca una obviedad, no lo es tanto en la prácticacotidiana de lxs maestrxs en las escuelas.
Como integrante del colectivo docente, con treinta y siete años de trayectoria en distintas funciones institucionales he percibido cómo la ya mencionada naturalización de situaciones, hechos, ambientes y vínculos logra desdibujar los límites entre un tipo de condiciones y las otras.
Lxs maestrxs nos acostumbramos a los edificios en mal estado, abaños clausurados, a la falta de gas en el invierno, a no vernos durante toda la jornada con algunxs compañerxs, a que no nos alcance el tiempo para hacer lo que nos proponemos, a que lxs chicxs no aprendan como quisiéramos, a que nos traten (o nos tratemos) mal… y a tantas cosas más… Nos acostumbramos y creemos que nuestro trabajo “es así”.
Sin embargo, aunque acostumbradxs, nos pasan dos cosas...