De la educación expansiva a la experiencia competitiva. dos maneras de formar para el mercado
A finales de la década del 90, el agotamiento del modelo del desarrollo en muchos países latinoamericanos presiona el viraje de la estrategia escolarizadora propia del crecimiento productivo hacia los esquemas de liberalización de la oferta educativa. Durante este transito, se opera una transformaciónen el sector público por cuanto los Estados reconocen que sus responsabilidades contractuales se restringen a la garantía del acceso a las oportunidades que habiliten al individuo para competir ventajosamente dentro de un mercado (interno y externo) liberalizado.
Esta condición denominada equidad será la base de todos los reajustes al sistema educativo e influenciará reformas pedagógicas talescomo la flexibilización de la enseñanza, el estatuto docente, la administración de las instituciones escolares y sobretodo las maneras de acceder a informaciones significativas. En este marco, el aprendizaje se conceptualiza como un ejercicio autónomo que no requiere de mediadores sino de una oferta de canales informativos, diversos e inmediatos, así como de las claves para su lectura y puesta enpráctica para la resolución de problemas cotidianos.
Igualmente, la tendencia de los Estados a reducirse y a privatizar sus empresas junto a la continua sucesión de sus responsabilidades hacia la iniciativa privada, hace que se originen en el plano educativo debates sobre la permanencia de la escuela como institución fundamental para el bienestar infantil, la pertinencia de continuar con laspolíticas de cobertura y, finalmente, el tipo de formación ciudadana que se debe procurar en ausencia de propósitos nacionales claros.
A finales de la década del 70 muchos analistas promulgaron el desfase entre la institución educativa y los retos que implicaba para las naciones del tercer mundo el avance de una economía global. Las políticas de crecimiento acelerado junto con sus estructurasde planificación demográfica y productiva, presentaban cada vez mayores fisuras ante el continuo martilleo de las políticas neoliberales.
Más que nunca la educación, como lo afirma Martínez, se convirtió en un asunto de banqueros,[1] concepción que entró en rigor cuando la escuela fue equiparada a una “empresa que producía bienes y servicios corporizados en seres humanos”[2] y que permitiócuestionar su calidad como institución formadora de productores competentes y consumidores inteligentes.
Ante la imposibilidad de mantener su posición como máximo ofertante y subsidiario de la educación, los gobiernos en las últimas décadas han optado por la desregulación de la oferta educativa como una opción viable sobre todo para aquellos sectores que presionaban por una mayor calidad. En estasituación el Estado debía ofrecer garantías a los prestadores del servicio con el fin de mantener cierto equilibrio entre la oferta y demanda en función del grado de competencia existente. En adelante, las medidas adoptadas por el gobierno en el sector educativo dependerán del examen sobre las consecuencias de las distintas estrategias posibles que asuman los demás ofertantes. A través de matrices deresultados se pueden indicar los beneficios y pérdidas de cada uno de los participantes, donde el Estado además de intervenir como mediador de la competencia actúa como uno de los competidores.
Puesto que el equilibrio optimo del mercado requiere una gran cantidad de participantes, el Estado en muchas ocasiones ha representado el papel de garante de las inversiones iniciales disminuyendo el riesgode la iniciativa privada y en consecuencia aumentándolo en la seguridad presupuestal. Muchas veces, su único seguro consiste en su autoridad para demandar informaciones confiables sobre la forma en que planean proceder todos los competidores.
La búsqueda de una combinación óptima de factores productivos conduce al cuestionamiento sobre la pertinencia de mantener el régimen de concentraciones...
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