De la mesa y las buenas costumbres

Páginas: 16 (3845 palabras) Publicado: 11 de febrero de 2011
SE LAS LLAMA MEDICINALES

Se llamaba Francois Domenach y, a principios del siglo XX, enseñaba los rudimentos de la gramática y del cálculo a los niños de Arles-du-Tech, en los Pirineos Orientales. Como todo maestro de aquella época, François Domenach era un hombre curioso hacia las cosas de la naturaleza. Sus ratos de ocio, sus vacaciones, los pasaba recorriendo el campo, recogiendo hierbas,observando los animales y los insectos, completando cada día sus conocimientos a través de las lecciones de las cosas permanentes.
Sus alumnos, por supuesto, eran los primeros en beneficiarse de todas estas observaciones, aunque no tomaran gran placer en ellas y pocos obtuvieran un auténtico provecho. Pero el azar quiso también que François Domenach cayera enfermo. Fue algo que comen¬zó con unaserie de dolores insidiosos en los ríñones y luego, muy aprisa, el pobre maestro empezó a sufrir un auténtico martirio. Cuando experimentó enormes dificulta¬des en orinar, supo que tenía cálculos renales.
En aquella época no se conocía más que las curas en balnearios o la operación para acabar con una tal enferme¬dad. Ninguna de estas soluciones convenía a nuestro hombre. La primera debido a que erademasiado cara y la segunda simplemente porque atentaba a su integridad física. Ante la carencia de la medicina oficial, François Domenach resolvió pues acudir en busca de ayuda a sus buenas viejas amigas las plantas, que conocía tan bien desde hacía tanto tiempo. Tras algunas investigaciones, descubrió que se consideraba a la albura del tilo como un excelente diurético, y pensó que bajo lacorteza de este árbol quizá se ocultara el remedio a sus sufrimientos.
Se llama albura a la madera tierna y blanquecina que se halla entre la corteza y el corazón de un árbol, formando cada año un nuevo círculo en torno a este corazón.
Tras varios años de investigaciones, durante los cuales experimentó sobre sí mismo las diferentes pociones que iba preparando, François Domenach consiguió finalmentedeterminar sobre qué árboles convenía retirar la preciosa materia, en qué momento preciso del año había que hacerlo, cómo debía conservarla y la mejor forma de prepararla.
Para resumir en algunas pocas palabras sus trabajos, podemos precisar que la mejor albura de tilo se recoge en el Rosellón, en árboles que crecen entre los 900 y los 1000 metros de altura, cuando se produce la subida de lasavia. Las placas de albura deben ser secadas inmediatamente al aire libre antes de ser cortadas en bastoncitos finos, que pueden ser entonces distribuidos a los herbolarios.
Habiendo pues descubierto empíricamente este méto¬do, y tras curar totalmente, nuestro maestro siguió experimentando sobre sus amigos, sus conocidos e in¬cluso los padres de sus alumnos. Cada vez los resulta¬dos se mostraronconcluyentes, y pudo conseguir que una mayoría de enfermos pudiera aprovecharse de su descubri¬miento. En 1916, pues, tras varios meses de trabajos, hacía llegar a la Academia de Ciencias de París una memoria donde resumía sus observaciones y sus experiencias, proponiendo poner gratuitamente su descubrimiento a disposición de los médicos.
No se le respondió nunca. Muchos años más tarde, cuando susherederos, como era su derecho, quisieron reclamar el documento, se les negó incluso su devolución, bajo los pretextos más falaces.
Pero, ante el silencio de las autoridades médicas François Domenach había tomado sus precauciones, y explicado en detalle a su hermano todo lo que sabía sobre la albura del tilo del Rosellón. Este hermano transmitió a su vez estas informaciones al nieto del maestro, ygracias a esta tradición familiar este último, Paúl Domenach, pue¬de hoy en día seguir recolectando estas laminillas de ma¬dera para alivio de las personas que sufren cálculos de la vejiga.
Las desventuras de François Domenach frente a los detentadores de la ciencia oficial no son, desgraciadamen¬te, la excepción. En las altas esferas de la medicina, se olvida fácilmente que el arte de curar...
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