De Las Flores Horarias Y Los Ensayos

De las flores horarias y los Estados




Creo que tardé más de cuatro horas en encontrar la mejor manera de iniciar este ensayo. Lo postergué de todas las maneras posibles, aduciendo siempre mi síndrome de la página en blanco; enfermedad favorita de los escritores aficionados. En fin, me tomé mi tiempo para empezar, sabiendo que tarde o temprano la inspiración habría de llegar dellugar y de la manera más inesperada; sabiendo, ante todo, sobre qué quería escribir, y lamentándome, que sólo fueran unas ochocientas palabras –si bien sé que se me irán muchas más-. Y, bueno, como suele sucederme, la inspiración me sorprendió pasadas las dos de la madrugada, con caja y media de cigarrillos encima y con el desespero de no encontrar más, luego de escuchar una canción y recordar unlibro de hace mucho tiempo. Michael Ende es uno de mis escritores preferidos: yo sé que es un escritor de literatura infantil, pero la verdad es que entre sus páginas he encontrado más verdades que en las más profundas y densas obras de Zola. Y hay un libro suyo, una novela muy corta, que me fascina y que encuentro particularmente enriquecedora. Esa novela es Momo. Y habla del tiempo. Ahora, por másque quisiera, no puedo ponerme a discurrir sobre el tiempo y sus implicaciones, pues se supone que desde que empecé debería estar hablando de Maquiavelo, Hobbes o Foucault. Sin embargo, sí voy a explicar cómo Momo me trajo hasta aquí y cómo, a través de ella, y de algo que a mí me gusta llamar la teoría de las flores horarias desarrollaré mi ensayo. ¿Qué tienen que ver Foucault, Hobbes oMaquiavelo, y sus teorías del Estado, con una niña de una novela para niños que descubre el lugar de dónde viene el tiempo? Bueno, la verdad es que no mucho. Es sólo si damos una mirada un poco retorcida y con verdaderas ganas de ver entre líneas que podremos encontrar la estrecha relación que existe entre “el tiempo de todos los hombres (Ende, 1973)” y los Estados modernos. ¿Cómo se conforman los estados?Y, más importante aún, ¿cómo pienso hacer que todo esto que digo tenga sentido? Veamos.




Si no mal estoy, creo que es en el capítulo doce de Momo, cuando ella llega al lugar de dónde viene el tiempo. Y conoce las flores horarias, que no son otra cosa que las producciones de tiempo del corazón de cada persona: “Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón (Ende, 1973).”Básicamente es eso. Lo importante aquí es lo que dice el maestro Hora[1] sobre la manera en que los hombres deciden administrar su tiempo: “(…) lo que los hombres hacen con su tiempo, tienen que decidirlo ellos mismos. También son ellos quienes han de defenderlo (Ende, 1973).” De esto pienso partir. El tiempo de los hombres, la manera en la que decidimos vivirlo y administrarlo, así como defenderloes la manera en la que funcionan los Estados modernos. Si cada persona recibiese un número determinado de flores horarias, que debiera administrar para vivir, básicamente estaría manejando su propio y único estado. Y aquí es donde entran Hobbes y liberalismo. Si cada individuo es dueño y actor de un “estado de naturaleza”[2] en el cual se encuentra en total libertad de acción y decisión, pero, apesar de esto, debe coexistir con más individuos en igualdad de condiciones, entonces los individuos deberán encontrar la mejor manera de evitar lo que Hobbes llama el “bellum ómnium contra omnies (Hobbes, 1651)”, es decir, la guerra de todos contra todos. ¿Cómo van a organizarse los individuos teniendo en cuenta estos hechos?

Ya sea a través del Gran Leviatán hobbesiano o de la soberaníay la legitimitad de un príncipe maquiavélico, los individuos buscarán y tenderán siempre [3]hacia la cooperación, sabiendo que es la única manera que puedan evitar, o por lo menos, postergar, la autodestrucción. Los Estados no serán más que el resultado de esta necesidad: la necesidad de preservarse. Ya sea por teoría contractual, o por el análisis que se prefiera –dejo esto al gusto del...