De Pablo Neruda A Sabat Ercasty
Si bien Neruda siempre reconoció la influencia sabatercastyana, es oportuno señalar algunos aspectos de ese vínculo que tiene al poeta uruguayo como protagonista, aunque este no encontrara -como el chileno- el eco que le correspondía en los medios sociales de comunicación.
En sus memorias (Confieso que he vivido) Neruda expresa que en unamagnífica noche de 1923 escribió el primer poema de lo que sería El hondero entusiasta, días más tarde alguien le preguntó:
“-¿Estás seguro de que esos versos no tienen influencia de Sabat Ercasty?
-Creo que estoy seguro. Los escribí en un arrebato.
Entonces se me ocurrió enviar mi poema al propio Sabat Ercasty, un gran poeta uruguayo, ahora injustamente olvidado. En ese poeta había vistoyo realizada mi ambición de una poesía que englobara no solo al hombre sino a la naturaleza, a las fuerzas escondidas; una poesía epopéyica que se enfrentara con el gran misterio del universo y también con las posibilidades del hombre. Entré en correspondencia con él. Al mismo tiempo que yo perseguía y maduraba mi obra, leía con mucha atención las cartas que Sabat Ercasty dedicaba a un tandesconocido y joven poeta.”
Neruda le decía en alguna de esas cartas, que el propio Sabat me proporcionara y que en la bibliografía que he consultado no he visto publicadas:
“Lea este poema. Se llama “El hondero entusiasta”. Alguien me habló de una influencia de Ud. En eso. Yo estoi (sic) muy contento de ese poema. Cree Ud. eso? Lo quemaré entonces. A Ud. lo admiro más que a nadie, pero quétrágico esto de romperse la cabeza contra las palabras y los signos y la angustia, para dar después la huella de una angustia agena (sic) con signos y palabras agenas. Es el dolor más grande, más grande.
Y Sabat le responde con la nobleza e hidalguía que acostumbraba: “Pocas veces he leído un poema tan logrado, tan magnífico, pero tengo que decírselo: sí, hay algo de Sabat en sus versos.”Neruda reflexiona: “Fue un golpe nocturno, de claridad, que hasta ahora agradezco. Estuve muchos días con la carta en los bolsillos, arrugándose hasta que se deshizo. Estaban en juego muchas cosas. Sobre todo me obsesionaba el estéril delirio de aquella noche. En vano había caído en esa sumersión de estrellas, en vano había recibido sobre mi sentidos aquella tempestad austral. Estaba equivocado. Debíadesconfiar de la inspiración.
La razón debía guiarme paso a paso por los pequeños senderos. Tenía que aprender a ser modesto. Rompí mucho originales. Extravié otros. Solo diez años después reaparecerían estos últimos y se publicarían.”
En esta correspondencia encontramos la exacta dimensión de dos grandes de la poesía continental, pues comparto la expresión de Amado Alonso: “Nunca se vemejor la originalidad de un poeta que cuando trata con personalidad libre el mismo tema que un predecesor con quien forma tradición.”
No es mi intención el análisis riguroso de comparaciones que tan bien realizara Meo Zillio, sino destacar actitudes que enaltecen a ambos escritores y recuerdan la del contemporáneo García Márquez cuando no oculta las influencias recibidas en El olor de laGuayaba, evitando así los frecuentes -y conscientes- olvidos del ambiente intelectual.
Importa señalar la influencia de Sabat en la obra del celebrado premio Nobel, y decimos la obra, porque ese impulso auroral se extendió mucho más allá de la poesía juvenil. La escritura interior, las palabras en libertad y el automatismo mental típicos de las llamadas Vanguardias que Neruda va a desarrollar en Elhondero entusiasta y en las Residencias ya estaban expresadas con anterioridad en el poeta uruguayo.
No en vano a través de las décadas Neruda pudo afirmar que había encontrado en el Maestro su ambición del poeta que conjugaba hombre y naturaleza. “También como la tierra yo pertenezco a todos” decía el chileno, compartiendo lo que Sabat anticipara en Poemas del hombre: “Yo soy entre...
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