de todo un poco

Páginas: 37 (9003 palabras) Publicado: 24 de octubre de 2013
EL HORROR OCULTO
H. P. LOVECRAFT

I. La sombra en la chimenea

Los truenos estremecían el aire la noche que fui a la mansión deshabitada, en lo alto de la Montaña de las Tempestades, a buscar el horror oculto. No iba solo, porque la temeridad no formaba parte entonces de ese amor a lo grotesco y lo terrible que ha adoptado por carrera la búsqueda de horrores extraños en la litera­tura y enla vida. Venían conmigo dos hombres fieles y musculosos a quienes había mandado llamar cuando llegó el momento; hombres que desde hacía mucho tiempo me acompañaban en mis horribles exploracio­nes por sus aptitudes singulares.
Salimos del pueblo secretamente a fin de evitar a los periodistas que aún quedaban, después del tremendo pánico del mes anterior: la muerte solapada y pesadi­llesca. Mástarde, pensé, podrían ayudarme; pero en ese momento no les quería a mi alrededor. Ojalá me hubiese impulsado Dios a dejarles compartir esa bús­queda conmigo, para no haber tenido que soportar solo el secreto tanto tiempo, por temor a que el mundo me creyese loco, o enloqueciese todo él ante las demonia­cas implicaciones del caso. Ahora que me he decidido a contarlo, no sea que el rumiarlo en silenciome con­vierta en un maníaco, quisiera no haberlo ocultado ja­más. Porque yo, sólo yo, sé qué clase de horror se ocultaba en esa montaña espectral y desolada.
Recorrimos en un pequeño automóvil millas de montes y bosques primordiales, hasta que nos detuvo la boscosa ladera. El campo tenía un aspecto más sinies­tro de lo habitual, de noche y sin la acostumbrada mul­titud de investigadores, así quea menudo nos sentía­mos tentados de utilizar las lámparas de acetileno, pese a que podían llamar la atención. No resultaba un pai­saje saludable a oscuras; creo que habría notado su morbosidad aun cuando hubiese ignorado el terror que allí acechaba. No había animales salvajes: son pruden­tes cuando la muerte anda cerca. Los viejos arboles marcados por los rayos parecían anormalmente grandes yretorcidos, y prodigiosamente espeso y febril el resto de la vegetación, mientras que unos extraños montícu­los y pequeñas elevaciones en tierra cubierta de maleza y fulgurita me hacían pensar en serpientes y cráneos humanos hinchados y de proporciones gigantescas.
El horror había estado oculto en la Montaña de las Tem­pestades durante mal de un siglo. De esto me enteré en seguida por las noticiasde los periódicos sobre la catástrofe que había hecho que el mundo se fijara en esta región. Se trata de una remota y solitaria elevación de esa parte de Catskills donde la civilización holan­desa penetró débil y transitoriamente en otro tiempo, dejando al retroceder unas cuantas mansiones ruinosas y una población degenerada de colonos advenedizos que crearon míseras aldeas en las aisladas laderas.Ra­ramente era visitada esta zona por la gente normal, hasta que se constituyó la policía estatal; y aún ahora la policía montada se limita a pasar de tarde en tarde. El horror, sin embargo, goza de antigua tradición en todos los pueblos vecinos; y es el principal tema de conversa­ción en las tertulias de los pobres mestizos que a veces abandonan sus valles para ir a cambiar sus cestosarte­sanales por artículos de primera necesidad, ya que no pueden cazar, criar ganado ni cultivar la tierra.
El horror oculto moraba en la desierta y apartada mansión Martense, la cual coronaba la elevada pero gradual eminencia cuya propensión a las frecuentes tormentas le valió el nombre de Montaña de las Tem­pestades. Pues durante un centenar de años, la antigua casa de piedra, rodeada de árboles, habíasido tema de historias increiblemente descabelladas y monstruosa­mente horrendas; historias sobre una muerte sigilosa, solapada, colosal que emergía al exterior en verano. Con gimoteante insistencia, los colonos advenedizos contaban historias sobre un demonio que cogía a los caminantes solitarios, después del anochecer, y se los llevaba o los abandonaba en un espantoso estado de semidevorado...
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