De todo un poco
Estos últimos días han sido complicados…No sabría el por qué los defino así, pero así fueron.
Fantasmas. Fantasmas y más fantasmas que mevisitaban de la mano con mis incompresibles líos cuando precisamente quería irme a dormir. Lo único que yo quería era dormir y esperar quizá, el día en que ella regresara para aclarar malentendidos y tenerlade nuevo a mi lado, borrando esos espectros que me acompañaban aquella noche lluviosa a mi cama, se acostaban en ella y se movían en la oscuridad de repente iluminados por los destellos de lanoche…Fantasmas, fantasmas que yo no quería ver ni conocer, que me ocupaban el espacio y el aire, que me obligaban a moverme entre las sábanas con la respiración alterada y una especie de taquicardia que hastaescuchaba los exaltados latidos de mi corazón. No sabía si soñaba o me encontraba despierta, pero me daba miedo averiguarlo.
Me acechaba un miedo increíble, de esos miedos que te daban cuandoestabas chiquito y llamabas a tu madre para que fuera a tu auxilio.
Esos fantasmas que surgían para acompañarme esa noche, estaban adheridos a mi cuerpo y me producían un sudor espeso, desagradable y fríoque me bañaba el cuerpo y se me pegaba el cabello sin que yo pudiera evitarlo ni secarme…porque tenía las manos inmóviles. Creo que fue de esas veces que dicen que “se te sube el muerto” que enrealidad es cuando la sangre se te sube a la cabeza y empiezas a alucinar. Pues fue eso y a demás de que tenía la fiebre muy alta.
Cuando volví en sí ya no pude dormir. Estúpida noche de insomnio. Aquelladesesperante noche era el anuncio de que mi tormento apenas comenzaba…
Cuando el cuerpo dice basta, es basta.
No sé muy bien si lo que tuve fue una gripe que ya rondaba desde antes, una crisis deagotamiento acumulado o un ataque físico de cobardía que hizo reaccionar a mi organismo para frenarlo en seco. El caso es que, durante casi tres días, mi conciencia y yo nos desaparecimos del mundo,...
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