De un yo a un otro, de una duda a otra

“El niño no es una tabula rasa en la cual escribir los mandamientos pulcros de una sociedad groseramente denegadora de su propio deseo […] y nosotros los adultos no comprendemos a los niños porque hemos dejado de comprender nuestra propia infancia. Nuestra amnesia de lo infantil es una prueba de cuánto nos hemos enajenado de ella”.
- Sigmund Freud

“Tres transformaciones del espíritu osmencionaré: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. […] Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir si: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo”.
- Friedrich Nietzsche


La presente es una reflexión a la luz de la última venida a Chile del psicoanalista argentino GustavoStiglitz, quién durante dos jornadas organizadas por la ALP orientó con su experiencia y atenta pedagogía lo que puede aportar un[i] psicoanálisis lacaniano al campo clínico-infantil. Estas notas están evidentemente influenciadas por mi práctica tanto en clínica adulta como infanto-juvenil en el Programa de Reparación al Maltrato Grave donde me desempeño.

Mis más profundos agradecimientos a JoaquínCarrasco por la atenta lectura, revisión y apoyo antes y durante el presente texto, así como también a Constanza Varas por detenerse en los detalles.


I

Parte de mi interés en el psicoanálisis es la posibilidad de aproximarnos a la siempre fresca y llamativa palabra del inconciente: del inconciente tanto en su función y lugar, por un lado, como en la puesta en acto vía sus formaciones, porotro. Sobre esta irrupción de lo novedoso y de lo que se despliega, me interesa particularmente la potencia de la sorpresa. Recuerdo que fue también con cierta sorpresa con la que Breuer y Freud se encontraron explorando allí donde algo del orden de lo privado e íntimo no debió haber sido visto ni re-conocido. Algo que no debía ocurrir aconteció, y lo que debió haber sido se silenció. Ahí, algo delorden de la sorpresa queda vedado, quizás apareciendo posteriormente bajo avatares siniestros en algún re-encuentro con lo traumático y su exceso. Y la pretensión de su olvido, preso quizás de la elaboración compulsiva.
Tal como una capa de doble faz, lo inconciente habita también en y con el silencio.

De la experiencia clínica surge para mí otra sorpresa de interés. Aquella que versa sobre‘lo que no se ha pensado jamás’, momentos en donde somos irrumpidos desde un ‘ello’ -aquel externo, lo ex-tímico, que no me toca y de lo que soy un pasmado testigo- que escapa la intención del decir o del hacer. Ese sujeto que habla es aquel del inconciente que se abre paso entre la narración sistemática y novelesca de un yo que es en su estructura imaginaria, pero que inevitablemente es tambiénatravesado por lo real de la pulsión. Ahora bien, creo necesario puntualizar lo sociocultural de todo este anudamiento: no hay verdades establecidas ni inmanentes que garanticen que todo marchará sobre ruedas.

Esta última frase invita, creo que como toda aproximación al psicoanálisis siguiendo su descubrimiento y espíritu[ii], a asomarnos tras las cortinas del decoro manifiesto y la aprehensióncasi fanática de certidumbres “evidentes” para ir a la observación/reflexión -y por ende, una construcción[iii]- de las tramas subjetivas que se anudan a la Otredad y la cultura. Ahí, por ejemplo, donde el nacimiento del yo se instaura en el lugar del Otro, esperando angustiado por la calma al deseo alucinado de quién está allí afuera para encausar el sufrimiento infantil, tal como Freud establecióen sus primeros escritos la relación del niño/a con las presiones incontrolables del mundo psíquico.

En este sentido creo que el psicoanálisis es una de las tantas aportaciones que nos invitan a una relectura a la pretensión de individualidad y aislamiento característica del discurso capitalista y de la ciencia tecnificada, esto porque la relación del humano está siempre atravesada por el...