deberes
Robert Arthur
Evolution's end © 1941 by Standard Magazines Inc.. Traducción de Miguel Giménez en Los mejores relatos de anticipación, recopilados por Kendell Foster Crossen y Charles Nuetzel, Libro Amigo 107, Editorial Bruguera S. A., 1969.
Aydem empujaba el aspirador por los corredores interminables del enorme sótano del Depósito de Historia Natural, cuando Ayve,tras él, le puso las manos sobre los ojos.
Giró en redondo, y vio el alegre rostro de Ayve, que sonreía pícaramente.
-¡Ayve! -exclamó complacido-. ¿Qué haces aquí? Está prohibido que una mujer...
-Lo sé.
Ayve echó atrás la cabeza. Su larga y dorada cabellera caída sobre los hombros, en contraste con el color verde manzana de la túnica que vestía, idéntica a la de Aydem, el atuendo universal delos esclavos humanos de los Amos sobrehumanos que gobernaban el mundo. El suyo era un mundo subterráneo. Hacía varias generaciones que los Amos, con su desmesurado cráneo de huesos delgados y poderosos cerebros, excesivamente vulnerables a los ordinarios rayos del sol, se habían retirado al subsuelo.
-Dmu Dran quiere verte, Aydem -continuó Ayve-, y me ha enviado a buscarte. Espera unos visitantes ydebes ir a buscarles a la tuboestación para enseñarles las cámaras de demostración. Son personajes de suma importancia.
-¿Y por qué no me ha transmitido la orden directamente por telepatía? -se extrañó Aydem-. También aquí, en la Sección I puedo recibirla.
-Tal vez me haya enviado porque sepa que quería verte -sugirió Ayve, alegremente-. Y porque tú también lo sabías. Hay ocasiones, Aydem, enque Dmu Dran parece comprender nuestros sentimientos.
-¿Comprender un Amo los sentimientos? -el tono de Aydem era desdeñoso-. Los Amos sólo poseen cerebro. Grandes máquinas de pensar, que no sienten la alegría, ni la pena de los demás hombres.
-¡Chist! -asustada, Ayve se llevó el índice a los labios-. No debes hablar así. Pese a que Dmu Dran es muy generoso, no deja de ser un Amo, y si porcasualidad te escuchase su mente, tendría que castigarte. Podría enviarte a las cámaras de combustible.
Aydem besó los deditos que habían frenado su discurso. Después, observando el temor en la cara de Ayve, la atrajo hacia sí y la besó ardientemente, saboreando la dulzura de aquellos labios hasta que sintió latir como un martillo su garganta.
Inquieta, Ayve se liberó del brutal y apasionado abrazo,temiendo que alguien pudiera sorprenderles. No había nadie. Los corredores de las cámaras de exhibición de aquel impresionante museo, cuyo encargado era su Amo, se perdían a lo largo entre las tinieblas, excepto la zona iluminada donde se hallaban.
-No hay nadie -la tranquilizó Aydem-. Sólo yo estoy al cargo de estas cámaras, y puedo abandonar la residencia del Amo sin órdenes concretas. y sialguíen nos viese, ¿qué importaría?
-Si fuese Ekno... -susurró la joven-. Nos delataría. Le gustaría verte en las cámaras de combustible porque sabe que nosotros..., nosotros...
Le falló la voz y contempló anhelosamente a Aydem. Este le devolvió la mirada, admirando su hermosura, antes de volver a hablar. Media un metro ochenta de estatura y su obscuro cabello era como una melena suelta sobre susespaldas. No llevaba barba, ya que todo el vello facial había sido eliminado por un ungüento en su juventud... un capricho de Dmu Dran, aunque muchos Amos eran más fastidiosos.
Su cuerpo ostentaba la corpulencia de tronco de un roble..., árbol que jamás había visto. Y aunque sus .obligaciones eran pocas y livianas en aquel mundo mecanizado y subterráneo al que se habían retirado los hombres,abandonando la Madre Tierra con la evolución de los Amos, los músculos parecían querer estallar bajo su piel, escondidos bajo los pliegues de su. túnica.
Ahora había tensión en sus músculos, como deseosos de entrar en actividad.
-Ayve, he visto los formularios de aparejamiento. Los cogí de la máquina del Amo hace un período. Nuestra solicitud ha sido denegada. De acuerdo con la Máquina Selectiva, he...
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