Decimoquinta Conferencia
22 de noviembre de 1916
George Groddeck
Biblioteca de Psicología Profunda.
Editorial Paidós. 1983.
La última vez intenté dar, recurriendo a los cuentos y leyendas, una noción de lo que considero fantasías generales de la humanidad y prometí hablar hoy de algunas fantasías que conciernen al individuo en particular. No es éste un terreno sencillo ni fácil; alcontrario, es extraordinariamente complicado y resulta por lo tanto difícil encontrar un esquema que no violente el tema ni lo simplifique demasiado, un esquema que permita la posibilidad de estudiarlo orgánicamente e integrar las experiencias personales. Aun es más difícil para mí, porque me veo obligado, bien a ser indiscreto o bien a detenerme donde en realidad comienza lo interesante. Me limitaré,pues, a productos de mi propia fantasía y a experiencias generales. Lo que aquí voy a tratar, incumbe a todo el mundo; son fantasías que me han sido comunicadas de todas partes, o poco menos, y que he recogido de los libros o en la calle. La última vez hablé de los cuentos; la mejor manera de hacerlo consistirá, entonces, a partir de un cuento que para muchas personas es el núcleo central de suvida: Cenicienta, o el cuento del Patito Feo. Ya me he referido a estos cuentos, que tienen una característica común. Se trata de una criatura oprimida, a la que todo el mundo considera fea e inferior y en la que poco a poco se advierten cualidades muy superiores a las propias de su medio. Este previo desconocimiento del héroe y su posterior ascensión a una gloria configuran un rasgo general que escomún a mucha gente, a casi todo el mundo. Si hay alguien que no lo tiene, resulta entonces explicable que le agrade ascender súbitamente como una estrella; y si las condiciones ambientales permiten que no se sienta oprimido, buscará entonces la manera de hacerse oprimir. Muchas personas fantasean hallarse en una situación en la que no se las considera y de la que luego emergen de manera repentina.Me agradaría explicar en qué medida me atañe esto. Siendo adolescente, leí una descripción, en una obra de Heine, de algunos parlamentarios ingleses. Heine hablaba de un ministro que había empezado su discurso hablando suavemente y con vacilaciones, para volverse poco a poco muy contundente y llegar a mostrarse sarcástico con sus adversarios a medida que avanzaba, hasta que concluyó apelando alapasionamiento de sus oyentes. Ese relato me causó una gran impresión. Se trata de ese rasgo tan particular al que quería referirme, relacionado con algo que a todos ustedes los ha sorprendido: cuando comienzo a hablar, lo hago de manera vacilante; progresivamente me animo y me inflamo y finalmente llego a una fluidez que me transporta. La lectura de aquella descripción interviene profundamente eneste caso, alimentando mi deseo de proceder de aquella misma manera. Durante mucho tiempo he tenido la fantasía de que había una asamblea de personas que deliberaban y que yo estaba entre ellas. La asamblea transcurría con fuerza y arrebato y al fin todo terminaba en que yo me levantaba muy humildemente y hablaba, al principio de una manera vacilante, para enardecerme después. Entonces todo elmundo guardaba silencio y contenía la respiración; yo rebatía todos los argumentos y lo que decía era acogido con entusiasmo, obteniendo aprobación. O bien me convertía en el jefe de un movimiento revolucionario. Llegaba a ser jefe en esta ciudad; el movimiento se extendía a otras ciudades y finalmente toda la revolución estaba bajo mi dominio y yo tenía a todo el mundo entre mis manos. A decirverdad, nunca me entretuve en esta fantasía hasta el final. Habitualmente no agoto las fantasías agradables, porque proporcionan un punto de partida para continuar construyendo más posteriormente. Subrayo esto porque me parece oportuno no consumir nunca del todo este tipo de fantasías agradables. Las novelas desagradables en cambio habría que narrarlas hasta el último extremo posible, llegando hasta...
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