Dejame

Páginas: 29 (7099 palabras) Publicado: 10 de diciembre de 2012
DÉJAME QUE TE CUENTE
(Recuentos para Damián)-Jorge Bucay-
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(Los cuentos que contaba mi analista)
-Jorge Bucay-
A mi hija Claudia
PRÓLOGO
Hace algunos años escribí, sin darme cuenta, una serie de cartas que dirigía a una supuesta e imaginaria amiga llamadaClaudia. Esa serie terminaba con una carta que obviamente era la última.Algunos amigos que conocían este hobby y algunospacientes que sobrevaloraban su contenido, hicieron que medecidiera a publicar lo que después se llamaría “CARTAS PARA CLAUDIA”.Sería muy difícil para mí expresar mi gratitud para con todos ellos: amigos y pacientes, a quienes les debo todos losplaceres devenidos de las sucesivas ediciones de aquel libro.Quizás sea por aquellas satisfacciones, quizás sea por vanidad, o quizás –lo dudo— sea porquefinalmente hayaencontrado algo más para decir... lo cierto es que hoy, cinco años después, vuelvo a sentarme ante una máquina deescribir para topear esto que aquí empieza: quizás mi segundo libro.En los últimos años, mi tarea como terapeuta ha ido variando más ostensiblemente que en toda la década anterior. Esteviraje sucedió, como casi todas las cosas importantes de mi vida, sin que yo me dieraacabada cuenta de lo que estabasucediendo.
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Un día, hablando con una colega con quien controlaba sus pacientes, noté que venían a mi memoria infinitos relatos,fábulas y anécdotas con las cuales yo explicaría a ese paciente a quien no conocía, su actitud de vida.Me di cuenta de que, a solas con mis pacientes, había recurrido con frecuencia aesta manera de decir lo que deseaba.Me di cuenta de cómo mis pacientes recordaban más mis relatos que mis interpretaciones, ejercicios, o comentarios.Recordé el impacto profundo de los relatos del modelo Ericksoniano.Me di cuenta, en suma, de que estaba utilizando cada vez más una poderosa arma didáctica y por supuesto terapéutica.Esto que hoy comienzo a escribir es una pequeña antología derelatos antiquísimos algunos y contemporáneos otros,historias tradicionales de todas las culturas, frases y anécdotas más o menos conocidas a las cuales decidí sumar algunossucesos de mi vida personal y unos pocos cuentos de mi propia inventiva, sumados a –como no podían faltar— algunashumoradas que me han contado y que repito a menudo (demasiado repito y demasiado a menudo), a mis“pacientes”pacientes.Sólo para que no sea tan fácil leerlos, agregué al principio o final de cada relato (que a partir de ahora voy a llamarindiscriminadamente “cuentos”) uno o dos párrafos, ilustrando el uso que hago de estos cuentos en mi consultorio. Nonecesito aclarar, creo, que este uso es sólo un ejemplo y que la sabiduría encerrada en estos cuentos excede en mucho laaplicación supuestamente dada en estosrelatos.Fue así, en la búsqueda de la manera de mostrar estos cuentos, que inventé a Demián, como alguna vez inventé aClaudia. En realidad Demián ya estaba inventado. De hecho es mi hijo, el hermano mayor de Claudia. Y digo que loinventé, porque ese es el nombre que le puse al supuesto paciente que se ve obligado –pobre— a soportar una y otra vez aese terapeuta que se parece demasiado a mí.
EL ELEFANTEENCADENADO
— No puedo –le dije— ¡NO PUEDO!— ¿Seguro? –me preguntó el gordo.— Sí, nada me gustaría más que poder sentarme frente a ella y decirle lo que siento... pero sé que no puedo.El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules de consultorio, se sonrió, me miró a los ojos y bajando lavoz (cosa que hacía cada vez que quería ser escuchado atentamente), me dijo:— ¿Me permites que tecuente algo?Y mi silencio fue suficiente respuesta.Jorge empezó a contar:Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de suactuación y hasta un rato...
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