Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo

Páginas: 8 (1832 palabras) Publicado: 22 de noviembre de 2011
'Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo'.

El cual aún todavía dormía. Pidió las llaves á la sobrina del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dió de muy buena gana. Entraron dentro todos y el ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños;y así como el ama los vió, volvióse á salir del aposento con gran prisa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo: «Tome vuestra merced, señor licenciado, rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encantemos en pena de la que les queremos dar, echándolos del mundo.» Causó risa al licenciado la simplicidad del ama, ymandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno á uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen el castigo de fuego. «No», dijo la sobrina, «no hay para qué perdonar á ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos y pegarlos fuego, y si no, llevarlos al corral, y allí se hará lahoguera, y no ofenderá el humo.» Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes. Mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dió en las manos, fué los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: «Parece cosa de misterio ésta, porque, según he oído decir, este libro fué el primero de caballerías quese imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste, y así me parece que como á dogmatizador de una seta tan mala, le debemos sin excusa alguna condenar al fuego.» — «No, señor», dijo el barbero, «que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto, y así como á único en su arte se debe perdonar.» — «Así es verdad», dijo elcura, «y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto á él» — «Es», dijo el barbero, «Las sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula.» — «Pues, en verdad», dijo el cura, «que no le ha de valer al hijo la bondad del padre: tomad, señora ama, abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer.» Hízolo así el ama conmucho contento, y el bueno de Esplandián fué volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba. «¡Adelante!» dijo el cura. «Éste que viene», dijo el barbero, «es Amadís de Grecia, y aún todos los deste lado, á lo que creo, son del mismo linaje de Amadís.» — «Pues vayan todos al corral», dijo el cura, «que á trueco de quemar á la reina Pintriquinestra y al pastor Darinel, yá sus églogas, y á las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemara con ellos al padre que me engendró, si anduviera en forma de caballero andante.» — «Dese parecer soy yo», dijo el barbero. «Y aun yo», añadió la sobrina. «Pues así es», dijo el ama, «vengan, y al corral con ellos.» Diéronselos, que eran muchos, y ella ahorró la escalera, y dió con ellos por la ventana abajo.
Abrióse otrolibro, y vieron que tenía por título El caballero de la cruz. “Por nombre tan santo como este libro tiene”, dijo el cura, “se podía perdonar su ignorancia; mas también se suele decir, tras la cruz está el diablo: vaya al fuego.” Tomando el barbero otro libro dijo: “Éste es Espejo de caballerías.” – “Ya conozco á su merced”, dijo el cura, «ahí anda el señor Reinaldos de Montalbán, con sus amigos ycompañeros, más ladrones que Caco, y los doce Pares, con el verdadero historiador Turpín; y en verdad que estoy por condenarlos no más que á destierro perpetuo, siquiera porque tienen parte de la invención del famoso Mateo Boyardo; de donde también tejió su tela el cristiano poeta Ludovico Ariosto: al cual si aquí lo hallo, y que habla en otra lengua que la suya, no le guardaré respeto alguno;...
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