Delitos Y Penas
Beccaria condena luego abiertamente (cap. XII) el uso de la tortura, resto de inhumanabarbarie, que, por lo demás, es de utilidad bastante dudosa para esclarecer la verdad. Las penas no deben ser despiadadas: para que una pena surta suefecto (cap. XV), basta que el mal que procura supere al bien que nace del delito: todo lo demás es superfluo y por tanto tiránico.
Otracostumbre penal completamente condenada (cap. XVI) es la de la pena de muerte: en primer lugar por ser contraria al espíritu del contrato social, y ensegundo lugar porque, desde el punto de vista de la intimidación, asusta más la idea de una pena prolongada que la de una pena intensa pero instantánea.Por eso, la sustitución de la pena de muerte por la esclavitud perpetua es mucho más capaz de apartar las mentes de concebir la idea de un delito
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