DEMOCRACIA
Pueblo y Poder
Democracia, en el sentido etimológico de la palabra, quiere decir "poder popular". Si esto es así,
las democracias deben ser lo que dice la palabra: sistemas y regímenes políticos en los que el
pueblo manda. Pero, ¿quién es el pueblo? Y además, ¿cómo atribuir poder al pueblo?
El concepto de pueblo tiene sus orígenes en el demos de los griegos. Y del demos había, ya en
el siglo V a.C., muchas interpretaciones. La noción llega a ser todavía más compleja cuando el
griego demos se convierte en el latino populus, y los romanos, y aún más la elaboración
medieval del concepto, hacen de populus en parte un concepto jurídico y en parte una entidad
orgánica. El análisis histórico de la noción de pueblo conduce aun mínimo de seis posibles
interpretaciones del concepto: todos, los más, proletariado, totalidad orgánica e indivisible,
principio de mayoría absoluta, y principio de mayoría moderada.
La primera noción es la más intuitiva e imprecisa porque no aclara si los votantes son losciudadanos o también los residentes y siempre sobrentiende que los menores quedan excluidos
del todos en sentido político. La segunda no aporta un criterio para decidir cuántos forman el
pueblo. Respecto a la tercera, la estructura de las sociedades industriales y de servicios no es
piramidal y la mayoría de sus ciudadanos pertenecen a las clases medias. La concepción del
pueblo como una totalidad indivisible ha legitimado el totalitarismo del siglo XX. En las dos
últimas acepciones, el pueblo se define en base a dos reglas de decisión muy diferentes que
vamos a examinar a fondo.
Poder del pueblo sobre el pueblo
Hasta ahora se ha examinado al pueblo. No es, como se ha visto, una noción simple. Sin
embargo, las verdaderas dificultades comienzan cuando se une el concepto de pueblo con el de
poder. El problema del poder no implica tanto la titularidad como el ejercicio: en concreto, el
poder es de quien lo ejerce, de quien está donde se encuentran las palancas del poder. ¿Cómo
es posible que el pueblo sea un ostentador efectivo de aquel poder del que es declarado titular?
Que la titularidad del poder no resuelve mínimamente el problema de una potestad popular, se
demuestra rápido. El principio de la soberanía popular ya existía en el Medioevo. El príncipe tenía
el derecho de dictar la ley, pues tal potestad le era conferida por el pueblo. La interpretación
prevaleciente, que primero sostiene el Imperio en su lucha contra la Iglesia y que después avaló
el absolutismo monárquico, era que entre el pueblo y el príncipe había sucedido una original
translatio imperii, es decir, una transferencia no revocable (y no, en cambio, una
simpleconcessio revocable). Así, el principio omnis potestas a populo, que todo el poder deriva
del pueblo, deja al pueblo sin siquiera un gramo de potestas.
Es cierto que la doctrina medieval construye, poco a poco, un puente entre la titularidad y el
ejercicio mediante la fictio de la representación. Pero se trataba verdaderamente de una
"ficción", porque la doctrina medieval no atendía al hecho de que el representante tuviese pocos
o ningún elector. Se comprende entonces la hostilidad irreductible alimentada por Rousseau
contra la representación y por qué él voltea de cabeza la fórmula, sustituyendo la representación
no elegida por el principio de la elección sin representación. La democracia rousseauniana elige
a sus magistrados, pero no les atribuye una consagración representativa y el pueblo no se
despoja del ejercicio del poder (El contrato social, III, 15). La solución de Rousseau no resuelve
la ...
Regístrate para leer el documento completo.