demodiversidad

Simposio Internacional CULTURA Y JUSTICIA
Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC – Madrid, 18-20 diciembre de 2012
Mesa: Cultura y transiciones a la democracia

Antoni Jesús Aguiló Bonet
Centro de Estudos Sociais de la Universidade de Coimbra
antoniaguilo@ces.uc.pt

Democracia y demodiversidad: apuntes en torno a la
formación de democracias interculturales y solidariasPlanteamiento del problema

Más allá de su dimensión descriptiva, el proceso histórico de expansión de la
democratización liberal va acompañado de una dimensión normativa fundada en la visión
ideológica de que la democracia liberal constituye la mejor y más perfecta forma de
gobierno humano. A escala mundial se ha ido conformando durante las últimas décadas
lo que Boaventura de Sousa Santos (2001: 48)llama el consenso en torno a la
democracia liberal, la pretensión de que esta modalidad de democracia es la única forma
viable y legítima de gobierno, elevando así una experiencia sociohistórica particular a la
categoría de un valor absoluto casi incuestionable y prácticamente indiscutible. Este
consenso está expresado de una manera ejemplar en la famosa tesis del fin de la Historia
deFukuyama (1989).
El consenso de la democracia liberal, aún vigente, ha logrado que el modelo
hegemónico de democracia, la democracia liberal, arraigue en nuestro sentido común
político como una realidad descontextualizada, desideologizada y naturalizada, ―como si
de un dato definitivamente adquirido se tratase‖ (Saramago, 2002). Así es como se ha
venido consolidando histórica e ideológicamentelo que denomino la monocultura de la
democracia liberal (o neoliberal, más recientemente), la imposición y el dominio
mundial de una sola forma de democracia: formal, representativa, política,
multipartidaria, electoral, restringida e interesadamente presentada como sistema político
insuperable. Dadas su pretendida universalidad y perfección, la monocultura de la
democracia liberal está encondiciones de ser trasplantada (manu militari, si es preciso) a
otros contextos sociales y culturales, no reconociendo la demodiversidad del mundo, es

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decir, ―la coexistencia pacífica o conflictiva de diferentes modelos y prácticas
democráticas‖ (Santos y Avritzer, 2004: 117) más allá del imaginario político
(neo)liberal.
La expansión urbi et orbi de la monocultura de la democracialiberal guarda una
íntima relación con lo que Maurice Godelier (1997) llama la ―occidentalización del
mundo‖ o con lo que Said (1980: 78) califica como la (re)producción y multiplicación
mimética de ―pequeñas Europas esparcidas por Asia, África y las Américas‖. Se trata de
lo que en otros términos de Sousa Santos (1998a: 202) define como un ―localismo
globalizado‖, ―un proceso culturalmediante el cual una cultura local hegemónica se
come y digiere, como un caníbal, otras culturas subordinadas‖.
En la actualidad, y desde la década de 1980, con los procesos de democratización
neoliberal y neoliberalización económica y cultural el mundo viene experimentando una
marcada pérdida de demodiversidad ante la ―promoción‖ universal de una ―democracia
de baja intensidad, elitista,procedimentalista y, además, saturada de corrupción‖ (Santos
apud Aguiló, 2010: 122).
¿Existe un concepto unívoco de democracia a partir del que extraer su esencia
universal o se trata más bien de una realidad compleja, polisémica y multiforme? ¿Puede
la democracia ser apartada del contexto sociocultural e histórico que la hizo posible y
transformada en una especie de fórmula universal delegitimación política válida para
sociedades diferentes? ¿Cuáles son las consecuencias de la expansión de esta
monocultura democrática? ¿Es la democracia representativa un dispositivo eurocéntrico y
occidental o está preparada para evolucionar hacia una lógica intercultural que reúna y
articule diversas experiencias de democracia? ¿Qué son las democracias interculturales y
cuáles son los requisitos...