Depresión e infelicidad
La psiquiatría rigurosadistingue, sin embargo, entre la depresión y la infelicidad o la tristeza. En la actualidad, la laxa disposición clínica a administrar fármacos contra cualquier muestra de aflicción hace que se vengaa tratar lo mismo una depresión endógena que un duelo, una falta de sustancias bioquímicas que un trance melancólico. El médico moderno, inducido por la pragmática norteamericana, prescribe paracurar el malestar, aliviar la desesperanza o sortear con celeridad el dolor. Lo importante en este expediente de la cura es devolver el individuo a la vida productiva y sin detenerse a considerar quéclase de sentimiento proviene de una patología y qué otro pertenece a la misma experiencia de vivir. Tratar de eliminar farmacológicamente el pesar por una muerte o un desamor resuena todavía como unamaniobra de extirpación. Si de la vida se eliminara el afrontamiento de la adversidad, si los malos tragos se endulzaran todos, si se acortaran artificialmente o se abolieran los periodos de amargura,¿quién puede asegurar que no se alterarían también nuestras capacidad para saber y querer? ¿Quién podría, en fin, garantizar que la memoria de nuestras vidas se correspondería con nuestras vidas?...
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