derecho civil
de
Orden
con
motivo
del
XL
aniversario
del
23
de
Enero
de
1958
Luis
Castro
Leiva
En
el
Congreso
Nacional
de
la
República
de
Venezuela,
23
de
enero
de
1998
«¿Y
qué
hacen
los
hombres
de
bien,
los
verdaderos
amantes
de
la
felicidad
pública,
los
Mentores,
los
pilotos,
los
que
poseen
la
brújula
de
las
pasiones
de
los
otros
para
dirigir
a
favor
de
ella
la
nave
política
al
norte
de
su
verdadera
dignidad?
¿Hasta
quando
han
de
ser
su universo
las
quatro
paredes
de
su
casa?»
Gaceta
de
Caracas,
11
de
mayo
de
1810,
Nº
97,
tomo
II
No
sería
inapropiado
comenzar
en
tono
confesional.
Después
de
todo
no
otra
cosa
hizo
el
primer
venezolano
que
escribiera
para Hispanoamérica
el
primer
tratado
de
teoría
política
que
se
conoce
en
nuestra
historia.
Hablo
del
prócer
Juan
Germán
Roscio
y
no,
como
sugieren
el
cinismo
y
pragmatismo
políticos
del
momento,
del
nombre
de
algún
audaz
empresario.
De
alguien
que
busque
hacer
de
Servando
y
Florentino,
ex
estrellas
de
Salserín,
los
futuros
concejales
de
Las
Mercedes
o
que
gestiona
los
derechos
televisivos
para
que
la
sede
del
Consejo
Supremo
Electoral,
la
de
este Congreso,
cuando
no
la
de
una
Asamblea
Constituyente,
se
luzcan
en
los
espacios
televisivos
de
Gigantísimo,
en
directo,
desde
Miami.
¿Puede
esto
extrañarnos?
Ni
el
pasado
remoto
de
nuestra
historia
política
ni
el
reciente
nos
desmienten
del
todo.
Salgan
los
historiadores
a
rastrear
y
hallarán
el
gusto
de
Guzmán
por
las
estatuas
de
sí
mismo
y
la
Ópera,
recordemos
la
estatua
ecuestre
del
creador
de
la
Gran
Venezuela.
¿Acaso
no
pasamos
de
este hemiciclo
al
«Teresa
Carreño»
para
ungir
a
un
Presidente
negando
así
el
valor
de
los
símbolos
de
nuestra
cultura
republicana?
No,
nada
impide
imaginar
que
la
aclamación
del
próximo
presidente
cambie
la
sede
de
los
espacios
públicos
de
nuestra
memoria
cívica
por
alguna
más
ajustada
a
la
exigencia
publicitaria
de
la
hora.
¡Malhaya
entonces
esta
hora!
Hablo
ya
en
el
tono
confesional
de
Roscio;
esta
es
mi
confesión:
¿qué
hago
aquí?
¿quién
soy
yo
para estar
ante
ustedes?
La
primera
pregunta
no
es
sólo
mía.
Se
extiende
hoy,
en
forma
amenazadora
por
la
mente
de
muchos
venezolanos.
En
efecto,
tal
parece
haber
llegado
a
ser
la
percepción
moral
de
la
política
como
oficio...
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