derecho internacional publico

http://www.slideshare.net/zhynco/recurso-de-apelacion-10568930

http://es.scribd.com/doc/99535321/Excesiva-Onerosidad-de-La-Prestacion
http://www.slideshare.net/harr/el-contrato-con-prestaciones-reciprocas


LA SOMBRA DE TU AUSENCIA






A mi Madre
por el primer arcoiris
que guardó en mi bolsillo


1

Giran las estrellassobre los árboles. La leña me lanza oleadas de calor cada vez más frecuentes. No sé por qué este silencio me perturba. Es un espejo que me refleja sin tregua.
Se me cierran los párpados. Crujen las hojas. Alguien se acerca. Son varias personas. Se oyen sus pisadas. Las aves se inquietan. El humo los ha traído. Caminan lentamente, simplificados por la distancia y la oscuridad.
Siento qué galopami corazón. Quiero hablarles, preguntar si les puedo ayudar en algo, pero una lluvia de fuego cae en mis entrañas, desgaja mi brazo izquierdo, desata un remolino creciente que me devora. Estrellas y pájaros cruzan las sombras de mi madre y de Victoria atravesando las puertas de nuestra casa, la luz de las velas dispuestas en líneas paralelas y de la lámpara de mi padre proyectando la forma deun perro en la pared que se cuartea precipitándose, hasta que la luna aparece, el botón de camisa ensangrentada.










2
Las armas que llevan resplandecen, deben estar frías nuevamente. Ellos están uniformados. Tienen los rostros pintados de negro. Hay dos civiles que los acompañan: un hombre y una mujer.
Tengo los ojos abiertos. Nadie me los ha cerrado. Hacomenzado a llover. El agua cae sobre ellos, los golpea sin tregua, alumbra la noche.



3

El jefe de la tropa ha ordenado que registren mi talega porque considera que en ella se encuentran mis armas. Un hombre delgado, de movimientos torpes a quien llaman cabo la coge y luego de acercarla al fuego, deja caer su contenido : dos herramientas, un queso fresco, dos panes, estremecen las hojassecas...
El jefe les exige a todos que busquen, les asegura que los terrucos son una mierda.
La mujer, que tiene las manos atadas, protesta y les dice a todos que son unos asesinos. El jefe la interrumpe y le ordena que se calle si no quiere irse con este hijo de perra, señalando mi cuerpo. Ella sigue moviendo sus labios en silencio, sin apartar su mirada del fuego que ilumina la hierba, sustemores, mis objetos personales. La luz ceniza de la madrugada demora sus movimientos. La lluvia cae, borra sus huellas.







4

El jefe ha dado una señal y el cabo desata las manos del hombre y la mujer, y los empuja a golpes, acercándolos a mi cuerpo, a mi brazo izquierdo, ubicado a mayor distancia sobre la hierba.
La mujer coge mi brazo y camina despacio, demorando sus piessobre las hojas, para no llegar a la zanja ni espantar a los pájaros que vuelan repentinamente, a las vizcachas que corren espantadas, ante las ráfagas de viento y fuego que la alcanzan y comienzan ha desgajarla del presente, de su "coyuntura histórica" para precipitarla al fondo de la zanja.
El hombre levanta el resto de mi cuerpo, camina lentamente hasta acercarse a la zanja, logradadolorosamente por sus manos y las de su camarada, mira el miedo, sus convicciones ("Patria o Muerte...", "El Pueblo Unido Jamás Será Vencido..."), antes que tres disparos desbaraten su cuerpo “pero no su espíritu”. Descubre paredes azules con fotografías, ventanas, paisajes, que él y ella soñaron... La tierra se precipita sobre nuestros cuerpos, se estrella en su inmovilidad, en su silencio. La lloviznahumedece nuestros labios, nos devuelve la certeza de que, sobre nuestros huesos, volverá a crecer la hierba, volverán a caminar las aves.






5

El perro ladra repentinamente, mirando al cielo, reclamando a su silencio, a su altura, algo que para Victoria, mi esposa, se ha convertido en un nudo tan frío como inubicable. Ella se acerca al animal y lo ajusta contra su pecho, acaricia...