Derecho A La Ternura
Todo está ordenado para que sólo lo público sea objeto de consideración y de valía. Lo demás son cuestiones menores, sin gran relevancia para la vida. Lo privado está condenado al anonimatocuando no al olvido. Relegada a la esfera de lo privado, la ternura nunca aparecerá en la esfera pública. O lo hará de forma vergonzante. “Perdón por la debilidad”, decimos cuando nos emocionamos en público.
Sería sorprendente ver a los señores parlamentarios discutiendo en el Congreso sobre la naturaleza y la necesidad de la ternura, elaborando un sesudo articulado sobre el derecho de todo serhumano a disfrutar de ella y promulgando luego una ley que garantizase ese derecho. Parece más lógico verlos preocupados por la alta política internacional y por las esenciales peculiaridades de la macroeconomía.
No creo que el derecho a la ternura sea un don generoso de gobernantes magnánimos, sino una respuesta a una necesidad imperiosa de los individuos. No me refiero sólo a los niños y a lasniñas (a quienes por supuesto y en primerísimo lugar me refiero) sino a todos los seres humanos, incluidos los sapientísimos y poderosísimos varones que nos bendicen y gobiernan.
Algunos obstáculos dificultan el desarrollo de este derecho. El primero es nuestra concepción del mundo como un campo de batalla. El guerrero piensa en la conquista, en el poder, en la victoria, en la lucha, en ladestrucción. La caricia será, en todo caso, una recompensa o un consuelo posterior. Nos hemos acostumbrado a que los personajes que triunfan en el ámbito público sacrifiquen el mundo de los afectos en aras de un triunfo que exige dureza y agresividad. El segundo obstáculo es la separación radical que se ha hecho entre lo cognitivo y lo afectivo. Esa separación radical es muestra clara de nuestroanalfabetismo afectivo. Afortunadamente, cada vez estamos viendo de forma más clara que lo típicamente humano, lo verdaderamente humano es la afectividad. Las máquinas pueden llegar a ser más inteligentes, pero nunca tendrán la capacidad de expresar afecto y ternura. El tercero es la estrategia educativa que nos ha alejado a los varones de los valores más ricos de la sensibilidad. “Los niños no lloran”,se nos decía casi con violencia.
Dice Luis Carlos Restrepo en su pequeño y a la vez apasionante libro ‘El derecho a la ternura’: “Las aulas, tan propicias a la formulación de una verdad abstracta y metafísica, no parecen serlo al tema de la ternura. Los profesores, como se decía del gran Charcot, actúan como auténticos mariscales de campo, sea al momento de enunciar su verdad o cuando se aprestana calificar el aprendizaje”.
La reflexión sobre la ternura nos pone de bruces ante el tremendo problema del maltrato, de la intolerancia, de la violencia y del odio tan extendidos en nuestra sociedad. Hemos sido educados para la competitividad, para la lucha, para la defensa, no para la ternura.
La educación para la ternura exige la revalorización del mundo afectivo. Y exige también eldesarrollo de estrategias que permitan dar y recibir ternura. Cuenta Enrique Mariscal en su libro ‘Cuentos para regalar a las personas que no leen’ que un anciano llega a una consulta médica para curarse una herida. Tiene mucha prisa. Mientras el médico le asiste le pregunta cuáles son las razones de su urgencia. El anciano cuenta que tiene que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su...
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