Derecho a morir dignamente
Recuerdo en este instante el caso que se hizo público y que tuvo que ver con un paciente famoso. Me refiero a Sigmund Freud, elrevolucionario fundador de la "ciencia de la mente", el inventor del psicoanálisis. Víctima de un cáncer de garganta, Freud suplicó a su médico que no lo dejara sufrir más y que le permitiera llegar a sufin. Una buena dosis de morfina intrevenosa atendió su reclamo. Fue ciertamente una eutanasia activa, un homicidio por piedad. Ignoro si el médico fue enjuiciado y si fue sentensiado. Si así ocurrió,de seguro aceptó la pena con la moral tranquila, con el convencimiento de que había hecho uso de un poder concedido por su misma conciencia en beneficio de alguien que imploraba su concurso paraponerle fin a su agonía. Se trata, en efecto, de circunstancias, como ya dije, excepcionales, y que someten a prueba la templanza del médico.
Quiero, para finalizar, hacer una última reflexiónalrededor del tema que nos ocupa. Los que hemos pasado por una escuela de medicina o por una escuela de enfermería sabemos bien los grandes vacíos que tenemos en nuestra formación universitaria. Uno deellos es precisamente la ignorancia total sobre algo a que tendremos que enfrentarnos con frecuencia: la muerte. Se nos enseñó lo que ocurre con el organismo una vez que cesan las funciones vitalespero nunca se nos enseñó a pensar con profundidad acerca del significado de la muerte y de la manera de comportarnos frente a ella. "Mientras haya un soplo de vida hay esperanza". Hermosa frase bien...
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