Derecho

Algo sobre un tal Pablo “Pantera”

Carlos Alonso Aguilar

Me asomé otra vez a la ventana
a ver si tocabas en mi puerta.
No era nadie. Todos los vecinos
saben que te estoy esperando.

Rubén Bonifaz Nuño

Nervios

─ ¡¿Quisierainvitartecafécharlarynosémañana?¡
─ Te das cuenta que suenas agitado, como si tuvieras la voz cansada, como si la hubieses llevado a dar un paseo largo en días yhasta ahora regresa a tu boca.
─ ¡¿Qué quisiera… tú sabes… yo… tú… tú y yo… charlar… café?!
─ Entiendo, entonces estas nervioso porque me quieres invitar un café. Tranquilo, no voy a negarte una charla. Conozco un lugar estupendo, el ambiente es tibio y hay un muchacho que improvisa con el saxo, en verdad que sabe hacer vibrar el corazón. Pero tengo toda la semana ocupada, qué te parece elpróximo fin, el viernes, siete de la noche… acá tienes la dirección. Te veré afuera, en cualquier banca visible del parque de enfrente.
El chico tomó el papel con la dirección escrita en lápiz. Dobló la pequeña tarjeta blanca por la mitad y la guardo celosamente en la bolsa izquierda del pantalón de mezclilla.
Se despidió impacientemente, con los mismos nervios con que llegó, se fue.
Lasmuchachas que estaban cerca empezaron a soltar una risa socarrona, se llevaron las manos a la boca para disimular. Miriam se acercó a ellas. Alzó los hombros en señal de no saber.
Por el otro lado, Pablo, era un maratonista tratando de alejarse, los nervios hacían que él se preguntara si caminaba normal o actuaba con las piernas, como si nada hubiese pasado. Como si no le hubiese propuesto a Miriamtomarse un café.
Cuando Pablo llegó a casa, se fue derecho a su habitación, cerró la puerta con seguro y sacó el papel, lo leyó, lo releyó, lo guardó en un cajón, lo sacó, lo leyó una, dos, tres veces, lo dejó en el buró, se quitó los zapatos, volvió hacia el papel, lo volvió a leer cinco veces, lo fijo en el espejo, luego en la ventana. Pablo no sabía qué hacer con el papel, estaba vuelto loco conlas letras de Miriam.
Era demasiado bueno como quedarse callado. Le marcó al “Tapón”, era su compinche de toda la vida, le apodaron “El Tapón” por chaparro, Pablo lo bautizó así, y a la vez “El Tapón” le apodó a Pablo “La Pantera”, por aquella vez que se quedaron a dormir en casa del “Tapón”, y Pablo trató de hurtar unas cervezas del refrigerador, el robo fue frustrado por el papá, que aldescubrir la silueta que se deslizaba sigilosamente por la cocina le grito: ¡Esa pantera ¿adónde con las cervezas?!
─ Sí, buenas tardes, está “El Tapón”. De parte del “Panteras”. Gracias.
─ Que pasó esa “Pantera”.
─ No lo vas a creer, y me cae que no te estoy mintiendo, sino que se desintegren Los Caifanes.
─ Carnal, eso fue en el 95, que tú no lo quieres aceptar es otra cosa.
─ Bueno, bueno,entonces, que se muera tu mamá.
─ Ya vas, que se muera la tuya.
─ Que se muera tu perro.
─ Mejor que se muera tu perra.
─ No, que se mueran tus peces.
─ Mejor que se muera la tortuga de tu hermana.
─ ¡Ey! Con mi hermana no te metas, si a esas vamos, que se muera la zorra de tu prima.
─ Pinche “Pantera”, ya bájale, mejor cuéntame el mitote.
─ Pues, el cuento es este: invité a Miriam a tomar uncafé.
─ ¿Quién Miriam?
─ La Miriam Miriam, la única, la hermosísima Miriam. Por la que todos mueren en el salón, en la escuela y hasta en el barrio.
─ ¡Aaa! ¿Y crees que me voy a tragar eso?
─ Te dije que no lo ibas a creer.
─ Pinche “Pantera” ya vete a comer, el hambre te trae así.
Y “El Tapón” colgó. Pablo se tiró en la cama, se puso el papel en la cara, quedó dormido.
En los díassiguientes, cuando Pablo miraba a Miriam, la saludaba de paso e iba a esconderse a los baños. Le aterraba. El miedo le invadía la lengua y ésta se ponía tiesa como un roble. Sumergía la cara en el lavamanos para quitarse el sudor, después iba al retrete y se sentaba, porque le temblaban las piernas. Sacaba su pluma y en el papel higiénico escribía dos o tres líneas.
Quizá mis palabras sean las más...