Descripción.
Quizá haya sido esta extraña alternativa de calor y frío lo que arrancó al vagabundo de su sumo; lo cierto es que forcejeó un instante con la nieve que lo cubría, como un hombre que se revuelve incómodo entre las sábanas, y después se sentó con ojos abiertos einterrogantes.
-¡Cielos! Pensé que estaba en cama -dijo para sus adentros, observando el desnudo paisaje-, y en realidad no me he movido de aquí.
Se desperezó, y levantándose cuidadosamente se sacudió la nieve que le cubría el cuerpo. El viento lo hizo tiritar, y comprendió entonces que su lecho había
sido tibio.
"Vamos, me siento bastante bien -pensó-. Supongo que es una suerte haber despertado.O una desgracia… no es demasiado agradable volver al mundo." Alzó la vista y vio las colinas que resplandecían contra lo azul como los Alpes de una tarjeta postal. "Esto significa, si no me equivoco – prosiguió lúgubremente- que aún debo marchar unas cuarenta millas. Sabe Dios lo que anduve a ver. Caminé hasta sentirme exhausto, y ahora no me habré alejado más de doce millas de Brighton. ¡Malditasea la nieve, maldito Brighton, maldito todo el mundo!"
El sol subía cada vez más, y él echo a andar pacientemente a lo largo del camino, dando la espalda a las colinas.
"¿Me causa pena o alegría saber que fue sólo el sumo quien se apoderó de mí, pena o alegría, pena o alegría" Sus pensamientos parecían ordenarse en un acompañamiento métrico al ritmo constante de sus pasos, y no se esforzópor hallar una respuesta a su pregunta. Le bastaba con marchar a compás de ella.
Había dejado atrás tres piedras miliares cuando alcanzó a un muchacho que se agachaba para encender un cigarrillo. Iba sin sobretodo y en aquel contorno de nieve parecía indeciblemente frágil.
-¿Va por este camino, señor? –preguntó hoscamente el muchacho.
-Sí -respondió el vagabundo.
-Ah, entonces loacompañaré un trecho, si no va usted demasiado rápido. Uno se siente solo a esta hora del día.
El caminante asintió y el muchacho comenzó a andar, cojeando, a su lado.
-Tengo dieciocho años -dijo, como al azar-. Seguramente usted me habrá creído más joven.
-Pensé que no tendrías más de quince.
-Se equivocaba. Cumplí los dieciocho años en agosto, hace seis que camino. Cinco veces huí de casa cuandoera pequeño, y otras tantas me prendió la policía y me llevó de vuelta. La policía ha sido muy buena conmigo. Ahora no tengo casa de donde huir.
-Yo tampoco -dijo tranquilamente el vagabundo.
-Oh, va sé lo que es usted -exclamó el muchacho, jadeante-. Un caballero venido a menos. Para usted es más difícil que para mí.
El vagabundo miró de soslayo la magra figura del joven que renqueaba a sulado, y aminoró el paso.
-No he caminado tanto como tú -admitió.
-No, se le adivina en el paso. Aún no se ha fatigado. ¿Quizá espera llegar a alguna parte?
El caminante reflexionó. -No sé -dijo amargamente-. Uno siempre espera algo.
-Ya perderá la costumbre -comentó el muchacho-. En Londres hace más calor, pero es más difícil hallar de comer. En realidad, rara vez se encuentra algo....
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