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LA PALABRA DE DIOS:
Nuestra Guía a los Dones Espirituales
Por Raymond W. Hurn
Recientemente me ha despertado a media noche una iluminación poderosa en mi mente y corazón relacionada a la obra del Espíritu Santo. Esto me ha sucedido ya dos veces. En esos momentos en que me mantuve despierto después de haber salido de un sueño profundo, recordé con frescura algunas citas claves de lasEscrituras que hablan de cómo Dios el Espíritu Santo obra efectivamente en los corazones y mentes de sus hijos.
Dios nos ha dado diferentes capacidades, según lo que él ha querido darle a cada uno (Romanos 12:6, VP).
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles... profetas... evangelistas... pastores... maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpode Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamosen todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Efesios 4:11-16).
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí (Gálatas 2:20).
No quiero, hermanos, queignoréis acerca de los dones espirituales... hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo (1 Corintios 12:1, 4-5).
Estas ocasiones en que he despertado repentinamente y recordado citas bíblicas me han impresionado mucho, especialmente por el interés profundo y constante que tengo en la Iglesia del Nazareno como movimiento religiosoen estos últimos días.1[1]
Creo que las iglesias de santidad están destinadas a desarrollar un papel clave en la evangelización de la sociedad contemporánea. Nuestra herencia nos ha preparado para esta era en particular. Las doctrinas wesleyanas amadas por los que proclaman la santidad, están en armonía con el progreso espiritual de una manera única. Esto debería afectar de modo significativo lamanera en que vivimos, en que nos relacionamos con otros miembros del Cuerpo de Cristo, y la misión a la cual Dios nos ha llamado. Pero, ¿siempre ha sido éste el caso en la práctica? Temo que no lo ha sido. Ningún sistema funciona perfectamente todo el tiempo.
Nuestra tradición teológica wesleyana originó con Juan Wesley en Inglaterra, a fines del siglo XVIII. Sin embargo, él mismo heredóuna tradición de la enseñanza de la santidad que empezó en la iglesia del Nuevo Testamento, y que fue preservada fielmente hasta su era. La preservación y proyección de esta tradición a través de los siglos son documentadas de una manera admirable por el Dr. William Greathouse, en su libro intitulado Desde los Apóstoles hasta Wesley.1 La doctrina del Espíritu Santo no es nueva; ha sido una parteexplícita de la herencia cristiana desde el Día de Pentecostés.
Hoy en día, cuando la atención del mundo cristiano está enfocada con nuevo vigor sobre la relación entre los dones espirituales y el crecimiento de la iglesia, los cristianos que proclamamos la santidad podemos ser contemporáneos simplemente si vivimos la santidad. Los dones del Espíritu han formado parte de la vida de los cristianosdesde un principio, como nos lo indican las páginas de la Santa Biblia.
EL DESCONOCIMIENTO PRÁCTICO
Algunos desconocemos acerca de los dones espirituales —Pablo nos amonestó contra esta condición cuando escribió: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios 12:1). Este desconocimiento práctico, que algunos hemos traducido como “agnosticismo”, ha limitado...
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