Desde hace 60 años la sociedad peruana muestra un acelerado proceso de urbanización. Esto se profundiza en las décadas de los 70 y 80 cuando el PBI de laactividad agrícola y manufacturera disminuyen considerablemente. Grandes cantidades de pobladores, mayormente de la región andina y las zonas rurales de las costas,emigran a las ciudades más atractivas económicamente, como Lima metropolitana, Arequipa, San Martín, Cusco, entre otros; creyendo así encontrar más posibilidades dedesarrollo y una mejor calidad de vida. No obstante, esto no siempre sucede como lo esperan. Las altas tasas de inmigración llevan consigo, en el Perú, altas tasasde desempleo en las ciudades o regiones a donde se emigra. La mejor calidad de vida esperada en algunos casos empeora; esto se evidencia respecto a las tasas dedesempleo, si hay más desempleo, el valor de la mano de obra (que es a lo que más se dedican) disminuye. Nuestros antiguos antecesores se aferraron en laganadería y en la agricultura para satisfacer sus necesidades. El Estado debe intervenir con una política de desarrollo económico que vaya de acuerdo a las regiones delPaís. Una política que aproveche las riquezas de cada piso altitudinal, de cada provincia, si se quiere de cada distrito. Sólo así, quizás, podamos detener laemigración y los huecos que ésta deja en las zonas abandonadas (valga decir las zonas rurales); y así también reducir las tasas de desempleo en las ciudades o al menosmantenerla mas nunca aumentarla, porque esto, sin duda, no favorecerá al progreso de nosotros y de nuestro país que deseamos desde tiempos inmemorables.
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