Desde rusia sin amor
Miguel Cane
No soy muy afecto a las películas de espías.
Conozco otros cinéfilos que son devotos de James Bond, de Harry Palmer, etcétera. Lo mismo me pasa con los libros; puedo admirar (y lo hago) el trabajo de John LeCarré – especialmente en su saga de George Smiley – pero siempre me queda algo de inquietud. Al menos en las novelas de horror gótico o de suspenso, elmal y sus manifestaciones son principalmente imaginarios; en cambio, en obras de intriga política o espionaje, siempre hay un subtexto (o contexto) anclado en la realidad. Y esta, como sabemos, suele superar a la ficción.
Un amigo mío muy cercano, homosexual como yo, está en Sochi, como parte de la delegación de periodistas extranjeros que cubren los Juegos Olímpicos de invierno. Desde que leanunciaron su viaje, comenzamos a bromear (no sin un dejo de alarma) que tendría que adoptar ciertas actitudes toda vez pisara suelo ruso, por aquello de la ley promovida por la administración – uno vacila a llamarla “dictadura”, si bien el término ostensiblemente no está tan lejos de la verdad – de Vladimir Putin y anexas, que ha vuelto, para todos usos y razones, ilegal la “propaganda homosexual”(whatever that means), ergo, borrando de un plumazo los derechos más elementales de los miembros de la comunidad Lésbico-Gay del país –y que hace que la vida de figuras como Piotr Tchaikovsky, Nikolai Gogol, Sergei Daghilev, Vaslav Nijinsky, Sergei Eiseinstein, Rudolf Nureyev y el mismísimo Iván “el terrible”, sean despojadas abruptamente de un elemento intrínseco en ellas, reduciéndolas a blandasmonografías en libros polvosos.
Antes de irse mi amigo, en broma, le envié un mensaje vía Whatsapp: “Cuídate mucho. Aléjate de las Viudas Negras, no comas nada que te de un extraño y por vida tuya, por lo que más quieras, no jotées, no sea que acabes en el bote, nena.” Era un mensaje como decenas que hemos compartido a lo largo de nuestros años de amistad, no exento de dobles significados, unajuguetona flexibilidad de género en la que solemos ser indulgentes con quienes nos son de mayor confianza; es decir, una nadería, un mensaje cariñoso como los que se mandan incontables veces al día en todos los países e idiomas.
La respuesta a este mensaje, la recibí al día siguiente – la fecha inaugural de los juegos -- por interpósita persona (el compañero de mi amigo, tan preocupado como yo):“Por favor no mandes mensajes como el anterior. Por seguridad, todo mensaje que entre y salga en estos momentos está siendo monitoreado.” (Entre líneas: no te comuniques)
How Orwellian!, diría uno. Y qué aterrador ver que la censura rusa tiene dedos tan largos. Por otra parte, esto coincide con una investigación publicada por The Guardian en octubre pasado, que señalaba que un sofisticado sistema deseguridad implementado en la sede olímpica, tendría la capacidad técnica de interceptar todas las comunicaciones técnicas y binarias y podrá detectar palabras o frases de su interés (escritas o habladas) en correos electrónicos, mensajes de texto o redes sociales, principalmente con la intención de evitar protestas contra la ley anti-gay.
Al principio, me sentí espantado y, claro, muy molesto. Noobstante, el sábado mi amigo se puso en contacto. Todos los periodistas y visitantes habían sido advertidos de esta medida de seguridad al llegar, pero esto no fue limitante, pese a sus intenciones, para que pudieran contar lo que se veía y vivía en la Villa Olímpica y alrededores de Sochi. “Hasta le mando saludos a mi espía,” bromeó mi amigo.
Por lo demás, el clima ha sido armonioso y lapresencia de la vigilancia ha sido tomada con indiferencia por los visitantes, que no han dejado que los intimide. Los, corresponsales extranjeros y enviados especiales (aún pese al “monitoreo”) han revelado, no obstante el dispendio para “renovar” esta ciudad, el estado deplorable de las instalaciones y los hospedajes. No faltó quien en Twitter bromeara: “¿En Sochi no hay homosexuales? Se nota. No...
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