Desempe o Final INSOMNIO
Por: Carolina Posada D.
No he podido dormir; desde ese día conciliar el sueño para mí es
imposible. He tratado de todas las maneras pero ella no me deja. Esa alma
inocente que mis manos quitaron, me persigue. Vi a su ánima ser expulsada de
sus ojos mientras la aniquilaba, vi la sangre correr por mis pies y su pulso
descender con cada latido. No tenía opción; Pablo me obligó. Era Ana o mi
familia y, por ende, mis manos estaban atadas. Fue mi primera víctima pero
después se convirtió en una costumbre, en un vicio. Tenía que encontrar alguna
manera de dormir y era esa: matando. Ana me convencía de hacerlo y ella
estaba en cada uno de los homicidios alentándome, diciéndome que por fin
podré dormir. Y después amanezco rodeado de sangre y agonías. Despierto de
una pesadilla pero me voy dando cuenta que esa es mi vida: una pesadilla. No
es esta la manera en que quiero dormir pero, ella no desaparece. Me incita a
hacer cosas inimaginables, de ser un asesino despiadado, desalmado. Mato sin rencor, sin culpa y sin dolor. Quiero que desaparezca de mi vida pero, ya en la
noche cuando la luna se convierte en una luz incandescente, mi desesperación
por dormir me convierte en otro y ella es la única que me salva de ese estertor.
Me presenta una salida de mis problemas y yo, sin pensarlo, sigo sus
instrucciones aunque sea lo más cruel e inhumano que alguien pueda cometer.
Y por eso me convertí en Carlos Alberto Rodríguez, alias “El Carnicero”, el más
famoso sicario de Pablo Escobar.
Yo no me metí en este negocio por voluntad propia. La primera vez fui
obligado y ya cuando estás adentro es muy difícil salir… vivo. Yo siempre fui un
hombre emprendedor con un futuro decidido pero mi vida cambió desde el día
que Pablo Escobar visitó mi despacho. No era rico, tenía muy poco dinero pero
poco a poco fui progresando. Yo tenía un negocio propio que consistía en
mandar encargos al exterior. Era una época llena de violencia; todo era peligro e
inseguridades. El narcotráfico dominaba nuestra economía y nuestra política.
Nuestro día a día giraba en torno al contrabando, los asesinatos y las drogas. En
mi barrio hablaban mucho sobre Escobar, el señor que oprimía nuestro país,
pero lo veían como alguien a quien admirar. Siempre ayudó a nuestro barrio en
todo lo posible pero nosotros le debíamos rendir cambios y yo era parte de ese
trueque. Un día como cualquier otro yo estaba con mis clientes haciendo los
trámites de exportación y de repente observo algo inusual. Llegaron como en
una emboscada un carro Mercedes de la más fina calidad con 5 motos, cada
una con dos pasajeros. De repente se abre la puerta de ese lujoso automóvil y
sale “El Patrón”. Solamente lo había visto en las noticias pero verlo en persona
me dio aún más escalofríos. Enseguida que se bajó, los que eran sus escoltas
aparentemente sacaron sus pistolas y metralletas tratando de protegerlo en
cualquier circunstancia. Desde ese instante me di cuenta que mi vida estaba en
riesgo. Él fue muy amable al comienzo pero después realicé que todo era para
convidarme en uno de sus negocios. Yo tenía un despacho de exportación y el
necesitaba transportar drogas. Cuando vio que estaba dudando de su oferta se
acercó a mi oído y me dijo:
“Tengo a todita su familia en la mira oyó.” En ese
momento solamente pensé en mis tres hijos y en mi esposa. Solamente se me
pasó por la cabeza su seguridad y su bienestar, así que sin dudarlo esta vez,
acepté su oferta. Necesitaba este trabajo, ...
Regístrate para leer el documento completo.