Despedida Del Papa Benedicto Xxvi
Desde varias horas antes de que el papa Ratzinger abandonara el Vaticanopara trasladarse a Castel Gandolfo, cardenales, arzobispos obispos, sacerdotes, religiosas y numerosos laicos que prestan su servicio en el pequeño estado, con sus hijos y nietos,aguardaron en el patio de San Dámaso para despedirse.
El ambiente era de tristeza y emoción y ni los vistosos colores de la Guardia Suiza, de la que un piquete con bandera rindióhonores, alegraron la espera.
Las lágrimas comenzaron a derramarse cuando el papa, apoyado en un bastón, apareció en el patio acompañado del cardenal secretario, TarcisioBertone, y sus colaboradores de la Secretaría de Estado.
La emoción era tal que el mismo secretario particular del papa, don Georg, no pudo contener las lágrimas y se le viovisiblemente emocionado.
Mientras tanto en la plaza de San Pedro, a escasos metros del patio de San Dámaso, miles de personas se congregaron ante las pantallas gigantes detelevisión ubicada en la Columnata de Bernini, muchas de la cuales tampoco pudieron contener las lágrimas.
Bajo un cielo prácticamente despejado y sobre los adoquines de la plaza, ungrupo de jóvenes alemanas sentadas en corro, algunas de ellas vestidas con el traje típico de Baviera, de donde procede Benedicto XVI, dedicaron al Pontífice canciones típicas de supaís de despedida.
La melodía acompañada por guitarras tan solo se vio interrumpida por el rezo de un rosario colectivo, al que se unieron fieles de todas partes del mundo.
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