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Las identidades fundamentales de la economía son herramientas ordenadoras para entender reglas de funcionamiento. Pero si no son subordinadas a los diferentes escenarios sociales y políticos que se presentan provocan lecturas equivocadas o expresan intereses ocultos. La búsqueda de esos equilibrios no tiene un solo camino, puesto que la elección del tránsito hacia ese objetivoencierra una determinada concepción sobre la sociedad y, por lo tanto, sobre qué sectores son privilegiados y cuáles son afectados. Por esa sencilla razón, las políticas económicas no son neutrales, pese a la llamativa posición de ciertos representantes del arco progresista respecto de que los actores en disputa son lo mismo en los actuales conflictos y problemas económicos (campo-gobierno;empresas–sindicatos). Incluso han incorporado como propia la receta tradicional de la ortodoxia para enfrentar la inquietante evolución de los precios. Han quedado atrapados del pensamiento clásico de las identidades de la economía, pero generan aún más desconcierto porque proponen alcanzar esos equilibrios con medidas que históricamente ha ofrecido el liberalismo.
Una de las explicaciones más sencillade las razones del actual ciclo de alza de precios es que la economía está desestabilizada porque no se cumple una identidad fundamental: la oferta no iguala a la demanda. Es decir, la inversión en el sector privado para proveer bienes y servicios es insuficiente para satisfacer a una población que los requiere en forma creciente. Entonces, como si fuera una medida neutral sin tener ningunaideología detrás y solamente como una “verdad” incontrastable que ofrece el 1+1=2 de la economía, se propone bajar la demanda. Es la propuesta que se naturaliza como si diera lo mismo subir o desacelerar los ajustes de salarios o de jubilaciones, por ejemplo. En cambio, la morosidad en las decisiones de las empresas para invertir y, por lo tanto, aumentar la oferta no forma parte del debate principal.Los argumentos para justificar esa escasa propensión a invertir apuntan al Gobierno, pero no pocos incentivos son tan fuertes para ampliar la oferta que una demanda potente y en alza. Incluso, hasta que maduren las inversiones, la importación de bienes para mercados que teóricamente enfrentan escasez podría complementar esa oferta faltante. En realidad, el discurso hegemónico custodia a uno de...
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