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“Tres hurras por el contingente de Bongará”, “tres hurras por el contingente de Rodríguez de Mendoza”, “tres hurras por el contingente Bagua”, “tres hurras por el contingente deLuya”, “tres hurras por el contingente de la Jalca Grande”, eran los ¡hurras!, los ¡Vivas! (no de urracos, ni de verracos), sino de jóvenes campesinos levados antaño por la policía y traídos encamiones hasta Chachapoyas, amarrados como reses.
La memoria de los niños de la apacible, mestiza y colonial ciudad-capital Chachapoyas, quedó troquelada para siempre por ese ignominioso espectáculocontra la libertad y dignidad humanas.
Uno de esos niños fue este escribidor que ahora exorciza con fastidio esos recuerdos obscenos. Me dio mucha pena cuando un muchacho de origen campesino llamadoOnésimo Amilcar Ayotnom fue levado para “servir a la patria” en la frontera con Brasil; luego de dos años en que su familia no supo nada de él regresó totalmente cambiado y sobrado: atlético, vestidode punta en blanco, con zapatos de charol cabritillo, con gafas oscuras, bien hablado; con una muela canina de oro, portando a la cintura una daga marca “toro” y su jarro de fierro enlosado; oliendoa tabú brasileiro, con una linterna rayo-vac en el bolsillo trasero del pantalón de lino, y tocando un rondín marca “seductora”; solo bebía cerveza y gaseosa (“La Fuente”, o “Amazonía”), no másguarapo ni chicha fuerte; las mujeres del pueblo se ponían dipdip al verlo pasar.
“Venancio como cambian los tiempos Venancio”, reza una canción cubana campesina. Luego este mi paisano – como tantos otros– terminó la secundaria en la nocturna, después viajó a Lima a estudiar en la Universidad Mayor de San Marcos, y terminó siendo gerente en el banco peruano Suizo.
Esto no quiere decir que la levamilitar persé rindiera buenos frutos, sino que el muchacho fue un emprendedor nato, neto y autóctono, como tantos otros.
Recuerdo también que por aquel entonces se construyó el Batallón de...
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