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No había más. Allí terminan las memorias del general Llorente: "Consuelo, le demon aussi etait unange, avant..."
Y detrás de la ultima hoja, los retratos. El retrato de ese caballero anciano, vestido de militar: la vieja fotografía con las letras en una esquina: Moulin, Photographe, 35 Boulevard Haussmann y la fecha 1894. Y la fotografía de
Aura: de Aura con sus ojos verdes, su pelo negro recogido en bucles, reclinada sobre esa columna dorica, con el paisaje pintado al fondo: el paisaje deLorelei en el Rin, el traje abotonado hasta el cuello, el pañuelo en una mano, el polisón: Aura y la fecha 1876, escrita con tinta blanca y detrás, sobre el cartón doblado del daguerrotipo, esa letra de araña: Fait pour notre dixieme anniversaire de manage y la firma, con la misma letra, Consuelo Llorente. Veras, en la tercera foto, a Aura en compañía del viejo, ahora vestido de paisano, sentadosambos en una banca, en un jardín. La foto se ha borrado un poco: Aura no se vera tan joven como en la primera fotografía, pero es ella, es el, es. . . eres tu.
Pegas esas fotografías a tus ojos, las levantas hacia el tragaluz: tapas con una mano la barba blanca del general Llorente, lo imaginas con el pelo negro y siempre te encuentras, borrado, perdido, olvidado, pero tu, tu, tu.
La cabeza te davueltas, inundada por el ritmo de ese vals lejano que suple la vista, el tacto, el olor de plantas húmedas y perfumadas: caes agotado sobre la cama, te tocas los pómulos, los ojos, la nariz, como si temieras que una mano invisible te hubiese arrancado la mascara que has llevado durante veintisiete años: esas facciones de goma y cartón que durante un cuarto de siglo han cubierto tu verdadera faz, turostro antiguo, el que tuviste antes y habías olvidado. Escondes la cara en la almohada, tratando de impedir que el aire te arranque las facciones que son tuyas, que quieres para ti. Permaneces con la cara hundida en la almohada, con los ojos abiertos detrás de la almohada, esperando lo que ha de venir, lo que no podrás impedir. No volverás a mirar tu reloj, ese objeto inservible que mide...
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